Visitas culturales por las grandes ciudades, excursiones a exuberantes parques naturales, rutas en 4×4 y dromedario por el desierto más profundo, tiempo libre para dedicar a compras y actividades personales… Este circuito de 16 días desde Tánger es uno de los más completos de nuestro catálogo, y aquí lo puedes conocer en detalle. Si quieres regresar a casa sin renunciar a ningún destino de interés en Marruecos, este es tu circuito.
La vida en las ciudades marroquíes tiene un ritmo vibrante que se aprecia en los zocos de sus medinas y en los barrios modernistas que surgieron a su alrededor en el siglo XX. Pero lejos de esas grandes ciudades hay pueblos pequeños donde ese ritmo se ralentiza hasta dar la impresión de haberse detenido, especialmente en algunos pueblos y aldeas, como descubriremos en este viaje. Y en todos esos casos, el día a día se desarrolla entre hermosos monumentos, unas veces promovidos por sultanes y otras, por las humildes gentes que aquí habitan.
El elenco de ejemplos es enorme, y muchos de ellos están en la lista de sitios Patrimonio Mundial de la Unesco: Marrakech, Fez, Meknes, Rabat, Essaouira, Volubilis, Tetuán y Ait Ben Haddou. Pero sería injusto dejar de mencionar otros que, sin ese título, enamoran tanto o más a sus visitantes: Chaouen, Asilah, Rissani, Ouarzazate…
El arte bereber y el arte islámico demuestran la histórica maestría de los marroquíes a lo largo del tiempo. Pero hay otra belleza, más asombrosa si cabe, que explota en cada rincón del país: la belleza natural de sus paisajes, en muchos casos vírgenes y genuinos, sin prácticamente haber sufrido modificaciones por el hombre.
Las dunas de arena del desierto (Erg Chebbi) son el mejor exponente de ello. Pero hay otros muchos: oasis de palmeras en el Valle del Dades, estrechos cañones en las Gargantas del Todra, cumbres nevadas en el Alto Atlas, verdes bosques de cedros en el Medio Atlas, playas bien aireadas en la costa atlántica, campos de argán en el interior… y mucho más, que te invitamos a descubrir en este circuito de 16 días.
Así se desarrolla el programa de cada jornada de este circuito de 16 días y 15 noches, desde Tánger a Casablanca, por carretera y con el tiempo suficiente para descubrir cada destino:
Nada más llegar a Marruecos, nuestro personal os estará esperando para iniciar el circuito por carretera. Este encuentro puede producirse en el puerto de Tánger o en su aeropuerto, en función del medio de transporte elegido para llegar a esta ciudad del Estrecho de Gibraltar.
Ya en nuestro vehículo premium, viajaremos hasta Asilah, otra ciudad costera bañada por el mar, en este caso el Océano Atlántico. Se trata de un agradable comienzo de circuito, pues aquí descubriremos una pequeña y agradable ciudad, donde se respira un ambiente artístico, bohemio e incluso hippie de lo más original. Esto es así porque su medina acoge en verano un gran festival cultural, que llena de pinturas murales las paredes del casco antiguo.
Eso y el trabajo de los artistas aquí instalados hacen que durante todo el año, Asilah destile arte. La muralla, de época portuguesa y asomada al mar, ofrece otro atractivo especial a su medina, donde se ubicará el riad en el que descansar esta primera noche.
En el segundo día de circuito, cambiaremos de aires sin abandonar el norte del país. Nuestro viaje por carretera nos llevará en primer lugar a Tetuán, una histórica ciudad situada a escasos 10 km del mar Mediterráneo. Su medina encalada esconde rincones llenos de encanto y, a sus puertas, el Palacio Real nos recuerda que ésta fue y sigue siendo una importante residencia estival para los reyes marroquíes. Además, su ensanche aporta un toque de aire andaluz al centro, desde los tiempos en que ejerció de capital del Protectorado Español en el siglo XX.
Desde Tetuán nos desplazaremos a Chaouen, para lo cual tendremos que adentrarnos en las verdes montañas del Rif. Una explosión de color azul capturará nuestra atención cuando esta localidad aparezca ante nuestros ojos, pues sus habitantes pintan así sus casas hasta conseguir un resultado de cuento de hadas. Desde este momento, dispondréis de tiempo libre para pasear por este singular lugar y, caída la noche, descansaréis en un riad situado en pleno centro.
Este circuito de 16 días dedica una jornada completa a los principales destinos del programa. Por eso, este tercer día lo pasaréis por completo en Chaouen, y podréis pasear, visitar, fotografiar y, en definitiva, saborear el atractivo de este pueblo acostado sobre una verde ladera. Algunos miradores estratégicos así os lo mostrarán, pero para admirar su encanto será necesario recorrer sus callejones, subidas, recovecos y otros rincones que sus gentes cuidan cada día con cariño. La kasbah, la plaza de Uta el-Hammam o la pequeña cascada de Ras el-Ma, en un extremo de la medina, son otros lugares que podréis visitar con calma antes de regresar al riad por la noche.
Con el azul de Chaouen aún en la retina, viajaremos a Rabat en este cuarto día de circuito. Los atractivos de la capital del reino no destacan precisamente por la modestia, sino por su majestuosidad y opulencia. Así es el Mausoleo de Mohammed V, erigido como panteón de los últimos reyes alauitas, con especial mención a la tumba de este artífice de la independencia de Marruecos en 1956. La cercana Torre Hassan, de época almohade (siglo XI) y la kasbah de los Udayas son otras construcciones imponentes y, además, llenas de historia.
La jornada será libre, de modo que podéis visitar esos y otros lugares de interés según vuestros gustos: el Museo de Arte Moderno Mohamed VI, la medina y sus mercadillos, los exteriores de Dar-al-Mahkzen (actual residencia real)… y un largo etcétera. Y a la noche, un riad en el centro os acogerá para el descanso de esta noche.
En esta quinta jornada, viajaremos de la actual capital de Marruecos, Rabat, a otras capitales del reino en el pasado: Volubilis, Meknes y Fez. Y a pesar de que tienen ese honor en común, son lugares muy distintos entre sí.
Volubilis es, en realidad, un yacimiento arqueológico de época romana, pero con espectaculares restos en pie y visibles a simple vista: columnas de templos, arcos triunfales, mosaicos figurativos, termas que se consideran el precedente de los hammam actuales… Fue sin duda una de las ciudades más importantes de la provincia Mauritania Tingitana y, tras la caída del Imperio Romano y la conquista árabe, se mantuvo brevemente como capital gubernamental, hasta su traslado a Fez en el siglo IX.
El siguiente destino de la ruta es Meknes, que ocupó su rol de centro gubernamental en tiempos de Moulay Ismail (siglos XVII-XVIII). Este sultán dirigió el reino con mano de hierro y mandó construir el Palacio Real que se erige en el centro. Su mausoleo y la puerta Bab Mansour, que da acceso a la medina, son otros rincones a admirar durante un paseo por la ciudad.
Tras ello, volveremos a la carretera para recorrer los últimos kilómetros del día hasta Fez. A la llegada, quedará algo de tiempo libre por la ciudad antes de descansar en el riad que os acogerá durante esta noche y la siguiente.
El sexto día, al completo, lo pasaremos en Fez: esta ciudad ofrece tantos atractivos que es preciso detenerse aquí con calma para descubrirlos a fondo. Además, el primer tramo del día lo emplearemos en una visita guiada, con un profesional certificado por el Ministerio de Turismo.
En esa visita guiada recorreremos la medina de Fez, o mejor dicho, las ‘medinas’, pues su centro histórico se divide en medina vieja (Fez el Bali) y medina nueva (Fez el Jedid), en distintos periodos de época medieval. La mezquita Karaouine, que alberga uno de los centros universitarios más antiguos del mundo, es uno de sus lugares más emblemáticos. Y lo mismo ocurre con sus prestigiosas medersas, como la de Bou Inania, o sus plazas y barrios, como la de Nejjarine y el de las tenerías (Chowara).
Tras descubrir esos rincones con encanto y entender por qué Fez es considerada la capital cultural y religiosa de Marruecos, tendréis tiempo libre para otras visitas (Museo Nejjarine, Borj Nord, etc.) o para ir de compras por el centro: en concreto, artesanía, pues aquí se encuentran obras maestras hechas a mano, en disciplinas como la cerámica o el cuero.
En este sexto día nos adentramos en el Marruecos más profundo, al otro lado de las montañas del Atlas. Antes de ello, durante el primer tramo de la ruta, conoceremos varios lugares sorprendentes en su cara norte. En primer lugar, Ifrane, pueblo de aspecto alpino por sus construcciones con tejados en punta. Y en segundo lugar, el Parque Nacional de Ifrane, más conocido como Bosque de Monos por su población de macacos de Berbería que, a buen seguro, saldrán a nuestro paso para darse a conocer.
Superada esta cadena montañosa, el río Ziz nos guiará por su valle hasta las puertas del desierto: su trazado y la vegetación de ribera se irá perdiendo a medida que nos acercamos a Erfoud, puerta de entrada al Sáhara y ciudad rica en fósiles, que están a la venta en sus tiendas.
El trayecto por carretera continuará unos cuantos kilómetros más, hasta Merzouga: este pequeño pueblo da nombre a un sector muy especial del desierto, donde se ubican las espectaculares dunas de Erg Chebbi. Y por ellas transcurrirá este último tramo de la tarde, a lomos de dromedarios que nos harán llegar hasta el campamento de jaimas de lujo. En una de sus tiendas bereberes dormiremos con total confort, después de tomar la cena al calor de una hoguera y en medio de una noche estrellada sin igual.
La belleza del desierto no solo está en sus paisajes, sino también en sus gentes que, aunque escasas, siguen habitando estos áridos parajes como antaño. Y todo ello lo descubriremos en este octavo día, después de disfrutar de un asombroso amanecer en las dunas, desayunar en el campamento y regresar a Merzouga.
Los primeros en demostrarnos su arte serán los miembros de la comunidad negra de Khamlia, un pueblo donde la música gnawa sigue muy viva. Una ocasión única para emocionarse con los ritmos y bailes de estos intérpretes cuyos orígenes se remontan a los esclavos traídos hasta aquí desde el Sudán y otras áreas al sur del Sáhara.
Después de disfrutar de la actuación, nuestro vehículo todoterreno nos llevará por antiguas pistas de tierra del París-Dakar, minas de kohl explotadas durante el siglo XX (y hoy abandonadas) y restos de asentamientos bereberes.
En este ambiente tan inhóspito resulta aún más admirable el coraje de las tribus nómadas o seminómadas que siguen viviendo aquí como hace siglos. Con nuestra intermediación, visitaremos a familias que nos contarán cómo es su día a día basado en actividades primarias y ancestrales, con el ganado como una de sus pocas fuentes de riqueza.
De regreso a Merzouga, habrá tiempo para admirar las dunas de Erg Chebbi desde un mirador elevado, que nos dará una visión completa de este paraje natural con más de 25 km de longitud. Pero nuestra experiencia en el desierto no será completa hasta cenar y dormir en un hotel de esa localidad, con una arquitectura y un interiorismo bereberes de lo más cuidados.
Superado el ecuador de nuestro circuito, será el momento de poner rumbo a otras regiones de Marruecos, igualmente interesantes. Para ello, abandonaremos el desierto del Sahara vía Rissani, un pequeño pero encantador pueblo con una medina que mezcla monumentos históricos con escenas propias de otro tiempo. Sus grandes símbolos son el mausoleo del Moulay Ali Cherif (fundador de la dinastía alauita), su mercadillo de productos tradicionales y su aparcamiento de burros, un medio de transporte aún en uso aquí.
El Valle del Dades saldrá a nuestro encuentro con sus kasbahs y sus palmerales, sus pequeñas montañas y sus humildes campos de cultivo. Todo ello irá desfilando al otro lado de la ventanilla de nuestro coche, pero al llegar a las Gargantas del Todra no tendremos más remedio que poner pie en tierra: este cañón labrado por el río del mismo nombre es un espectáculo de la naturaleza, con formas caprichosas y paredes que sobrepasan los 100 metros de altura en algunos puntos.
Tras pasear por las Gargantas del Todra proseguiremos por la carretera del Valle del Dades y el Valle de las Rosas hasta llegar a Ouarzazate, meta de este día, donde espera la cena y unas confortables habitaciones para el descanso en un hotel-riad.
Si durante el noveno día vimos kasbahs de atractiva silueta, en esta décima jornada las visitaremos por dentro y admiraremos la maestría de los constructores bereberes para levantar estas fortalezas utilizando los humildes y escasos materiales del entorno, en especial la arena para crear adobe.
Las kasbah de Taourirt se encuentra en el mismo núcleo urbano de Ouarzazate, y se trata sin duda de su principal monumento. Castillo-palacio de Thami El Glaoui y su familia, este Pachá de Marrakech y Sultán del Atlas no escatimó en gastos para decorar las estancias interiores y amurallar su exterior.
Con mayor humildad pero con el mismo sentido defensivo se creó el ksar de Ait Ben Haddou, a una treintena de kilómetros de Ouarzazate. Aquí nos detendremos, al igual que hacían las rutas caravaneras del pasado, en este caso para deleitarnos con este pueblo fortificado de película que, de hecho, se ha empleado para ambientar ficciones como Juego de Tronos.
De nuevo en la carretera, aumentará la altitud de la ruta hasta alcanzar los 2.260 msnm: en ese punto está el puerto de Tizi n’Tichka del Alto Atlas, que cruzaremos para iniciar un agradable descenso hasta Marrakech. Y al llegar a esta ‘ciudad roja’, tendréis tiempo libre para tomarle el pulso al centro antes de descansar por la noche en las habitaciones del riad.
El undécimo día de este circuito tiene a Marrakech como su único protagonista: pasaremos todo el día en esta apasionante ciudad, repleta de construcciones históricas y rebosante de vida popular en su medina y fuera de ella.
Durante la mañana, un guía oficial nos llevará a recorrer las calles y plazas más bonitas e interesantes de Marrakech, ya sea por su belleza o por su originalidad. La plaza de Jemaa el-Fna será de paso obligado, al igual que los alrededores de la mezquita Koutoubia, por citar sólo algunos de los lugares más significativos de Marrakech.
Para la tarde, podréis decidir en función de vuestros intereses, pues tendréis tiempo libre para ello: ir de compras por el barrio chic de Gueliz, visitar alguno de sus museos de arte y artesanías (Museo de Marrakech, Museo Orientalista, Museo de Yves-Sain Laurent, etc.), adentrarse en jardines purificantes (Majorelle, la Mamounia) o cualquier otra actividad de vuestro gusto. Y por la noche, disfrutaréis de la segunda noche de descanso en el riad del centro.
Este circuito de más de dos semanas de duración incluye una sorprendente excursión cercana a Marrakech: las Cascadas de Ouzoud, que muestra el lado más salvaje de la naturaleza en la cara norte del Atlas, a unos 160 km de la ciudad roja.
Este salto de agua salva un desnivel de más de 100 metros y cae con fuerza en temporada de deshielo, aunque este fresco enclave puede visitarse en cualquier momento del año. Hasta aquí nos desplazaremos por carretera y a la llegada conoceremos los molinos existentes antes de la caída, para después disfrutar de las vistas de la cascada desde una terraza privilegiada. Si el tiempo se presta a ello, los más atrevidos podrán darse un baño refrescante antes de regresar a Marrakech por la tarde.
De vuelta en Marrakech, el resto de la jornada será libre, y el riad de la medina os acogerá por tercera y última noche, antes de abandonar la ciudad al día siguiente.
El Océano Atlántico es el marco incomparable en el que termina este circuito, puesto que en este decimotercer día nos desplazamos hasta allí y ya no abandonamos la costa hasta el final.
El primer destino marítimo a disfrutar es Essaouira, a donde llegaremos atravesando los campos de argán que separan esta ciudad de Marrakech. En ellos, por cierto, tendremos la posibilidad de visitar una cooperativa local para que nos expliquen cómo se extrae y cómo se produce el aceite de este árbol, tan popular dentro y fuera de Marruecos.
Al llegar a Essaouira, dispondréis de tiempo libre para descubrirla a vuestro ritmo. Conocida como Mogador por los portugueses (que la usaron como importante puerto en sus rutas comerciales) y como ‘perla del Atlántico’ en la actualidad, conserva interesantes monumentos como las sinagogas de su judería y, sobre todo, la fortaleza marítima de la Skala. Para dormir, un riad con encanto os estará esperando en la medina.
El decimocuarto día de circuito está concebido como una jornada de desconexión. Quienes busquen relax encontrarán en sus playas un buen lugar en el que tomar el sol y darse un baño. Y quienes prefieran divertirse con energía podrán practicar alguna actividad acuática, en especial surf o alguna de sus variantes, tan populares aquí.
Tomar algo en sus bohemios locales frente al mar o degustar el pescado que se captura en sus aguas son otras propuestas para pasar el tiempo libre en esta interesante ciudad, donde volveréis a hacer noche.
En este penúltimo día de circuito abandonamos Essaouira, pero no el Océano Atlántico: ahora viajaremos por carretera hasta Casablanca, la ciudad más grande del país. Por ello es una ciudad importante a nivel financiero, con grandes proyectos públicos y privados en diversos ámbitos.
El gran símbolo turístico de Casablanca es sin duda su mezquita de Hassan, que pasa por ser una de las más grandes y altas del mundo. Y, para suerte de quienes se acercan hasta ella, es una de las pocas visitables por los no musulmanes. Construida a finales del siglo pasado, deslumbra por su rica variedad de materiales, entre los que están el mármol y la cerámica en forma de azulejos de diferentes colores.
Visitar algún museo de la ciudad (Abderrahman Slaoui, Museo Judío) o darse un capricho en algún restaurante son otras posibilidades para esta jornada, que organizaréis libremente según vuestras preferencias. Y para pasar la última noche del circuito, nada mejor que un confortable hotel en el centro de la ciudad.
Tras más de dos semanas de circuito, con jornadas intensas y otras más relajantes, llega el momento de regresar desde el Aeropuerto de Casablanca. Nuestro personal os recogerá en el hotel para el transfer y en la terminal de pasajeros terminarán nuestros servicios que, ojalá, hayan servido para disfrutar de todo Marruecos y llevarlo para siempre en el corazón.
Este circuito de 16 días no solo ofrece una ruta variada en cuanto a destinos, sino también un paquete de servicios de lo más completo y premium. Esta es la lista de lo que incluye:
Estos servicios no están incluidos en el paquete y el cliente decidirá sobre ellos:
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