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En este circuito de 10 días desde Casablanca, el programa de viaje te llevará a las ciudades más monumentales, a los pueblos con mayor encanto, a los valles presaharianos y a las dunas de arena fina. Además, incluye una propuesta innovadora y diferenciadora: la experiencia de conocer de primera mano a los habitantes seminómadas del desierto. Sin duda, una propuesta muy completa desde el punto de vista cultural, natural y social.
Todo viaje es una búsqueda de belleza, ya sea monumental o natural. Y Marruecos tiene mucho de ambas cosas. En lo que a monumentos se refiere, este circuito incluye destinos declarados Patrimonio Mundial por la Unesco gracias a su espectacularidad: Ait Ben Haddou, Meknes, Rabat, Fez, Marrakech, Volubilis… Pero también otros pueblos y construcciones que, sin tener ese honor, son igualmente fascinantes: Chaouen, Rissani…
Por lo que respecta a la naturaleza, aquí encontrarás paisajes de gran hermosura. Por supuesto, las dunas del desierto de Merzouga (Erg Chebbi), cuya belleza no es solo su arena fina sino también el cielo estrellado de la noche. Las Gargantas del Todra y los palmerales del Valle del Dades aportan un interesante contrapunto al árido sur. Y en el Medio Atlas, el Parque Nacional de Ifrane nos poblará la mirada de majestuosos cedros.
Los viajeros más curiosos también disfrutarán conociendo de cerca una sociedad variada y genuina, como es la marroquí. Y no solo lo apreciarán en plazas y zocos rebosantes de vida, como la Plaza de Jemaa el-Fna en Marrakech, sino también en pequeñas medinas como la de Rissani, donde se siguen viendo escenas de otro tiempo, como burros aparcados o especias vendidas a granel.
Pero sin duda, lo más llamativo de este circuito desde un punto de vista social es la visita a los pueblos seminómadas del desierto del Sahara. Conviviremos con ellos durante una mañana, entendiendo las dificultades de su modo de vida, que a pesar de ello han sabido mantener con cariño y dedicación. Y lo mismo ocurrirá en la visita a Khamlia, también llamado el ‘pueblo de los negros’, por el predominio de habitantes con orígenes subsaharianos, donde tradiciones como la música de percusión sigue siendo clave en el día a día.
10 días dan para mucho. Y esa es la duración de este circuito desde Casablanca, que incluye 9 noches repartidas por diferentes puntos del país. Comienza en el Aeropuerto Internacional de Mohammed V en Casablanca, y termina en el Aeropuerto Internacional de Menara-Marrakech. Este es el programa, jornada a jornada:
Los atractivos a descubrir en este circuito de 10 días no se harán esperar, y ya el primer día llega cargado. Hacia ellos nos dirigiremos nada más encontrarnos en la terminal del aeropuerto de Casablanca y subirnos a bordo de nuestro vehículo privado, conducido por el chófer de nuestra agencia.
La primera parada será, si los horarios de llegada del vuelo lo permiten, la mezquita de Hassan II en Casablanca. Ubicada a orillas del océano Atlántico, destaca por ser una de las más grandes y altas del mundo. Y además, una de las pocas visitables, lo que supone una ocasión inmejorable para conocer de cerca la liturgia musulmana.
El segundo y último destino de esta segunda jornada es Rabat, la capital del Reino. Por ello, aquí se ubican algunos de los espacios más sagrados y solemnes del país, como el Mausoleo de Mohammed V. La Torre Hassan, la medina o la kasbah de los Udayas pueden ser otros lugares a conocer en una visita libre por el centro, antes de acudir a vuestro exclusivo riad para descansar por la noche.
Desde el océano Atlántico a las montañas del Rif, en el norte de Marruecos. Ese será el viaje que emprenderemos en esta segunda jornada de circuito, en la que cambiaremos la capital del país por un pueblo pequeño pero muy interesante: Chaouen.
A pesar de ser una pequeña localidad ubicada a unos 250 km de Rabat, vale la pena dedicar 4 horas de viaje para llegar hasta aquí porque se trata de uno de los destinos más pintorescos y hermosos del país. Conocido a menudo como ‘el pueblo azul’ de Marruecos, sorprende al visitante por su medina de calles empinadas y muros pintados en blanco y azul, convirtiéndolo en uno de los pueblos más singulares de África. La kasbah, los miradores de sus alrededores y las tiendas de artesanía son algunos de los atractivos principales para pasar esta jornada de visita libre.
Y llegada la noche, un riad con encanto os estará esperando en la medina, completando así un día para el recuerdo.
Desde Chaouen, resulta muy fácil llegar a los destinos programados para este tercer día: Volubilis, Meknes y para concluir, Fez. Todos ellos son interesantes desde el punto de vista histórico y cultural, por lo que esta jornada será un auténtico viaje en el tiempo hacia el pasado.
Resulta especialmente evidente en Volubilis, una importante ciudad romana de la provincia Mauritania Tingitana. Lo que hoy queda es un recinto arqueológico con restos de máximo interés, como los mosaicos en pavimentos, el Templo de Júpiter Capitolino o el Arco del Triunfo de Caracalla, que marca uno de los momentos de esplendor de esta ciudad, a finales del siglo II y principios del III d.C.
Mucho tiempo después y a 20 km de aquí se construyó la urbe que simboliza otro periodo de prosperidad: Meknes, concebida por el sultán Moulay Ismail como su capital y ciudad panteón en los siglos XVII-XVIII. Y prueba de ello es su mausoleo, así como los restos de su palacio real, las murallas y las puertas triunfales de acceso a la ciudad.
Pero para ciudad emblemática a nivel político, cultural y religioso, nada como Fez. Aquí acabará el viaje por carretera de la jornada, pero su visita y exploración quedará principalmente para el día siguiente, tras descansar en el riad con encanto ubicado en la medina histórica, que es, por cierto, la más grande de todo el país.
La cuarta jornada de este circuito empieza en Fez y termina en Fez, puesto que los atractivos a descubrir son tan numerosos que es necesaria una jornada completa. Además, una parte de esta jornada será una visita guiada con un guía oficial, lo que nos ayudará a descifrar mejor todas las claves y secretos de esta ciudad, que fue capital política en el pasado, y sigue considerándose capital cultural y religiosa de Marruecos.
Algunos monumentos así nos lo demuestran, como sus abundantes e imponentes escuelas coránicas (Bou Inania, Attarine) o sus históricas mezquitas (entre las que destaca la Karaouine, con una universidad del siglo X ligada a ella). Sus barrios y zocos, repartidos por gremios, son otra seña de identidad de la medina.
Y fuera de ella no faltan los lugares de interés, que pueden conocerse por la tarde, de manera libre: el mellah o barrio judío, las Puertas Doradas del Palacio Real, el Museo Borj Nord o las tumbas meriníes… entre otras muchas propuestas. Y por supuesto, otro aspecto a admirar es su artesanía, ya sea en museos o en las tiendas tradicionales, pues aquí se encuentran auténticas obras maestras de cerámica, ebanistería y orfebrería. Sin duda, muchos planes y propuestas hasta la llegada de la noche de descanso en el riad de la medina.
Si elegiste este circuito por el viaje y las experiencias del desierto, este quinto día te acerca a tu meta. Pero antes de ello, queda mucho por descubrir en esta jornada. En concreto, los rincones más singulares del Medio Atlas, especialmente los ubicados en sus laderas septentrionales.
Ifrane es uno de esos lugares que permanecen en el recuerdo, al menos por el contraste que ofrece: sus tejados a dos aguas parecen más propios de los Alpes que del norte de África, y por ello las gentes locales la conocen como la ‘Suiza marroquí’.
No muy lejos de aquí, junto a Azrou, está el Parque Nacional de Ifrane. Recibe el nombre de Bosque de Monos por sus simpáticos habitantes: macacos de Berbería, uno de los animales más emblemáticos de Marruecos. Pero bien podría llamarse Bosque de Cedros, pues es la mayor concentración de estos espectaculares árboles en Marruecos, muchos de ellos centenarios y de gran porte.
Seguidamente, llega el momento de atravesar la cordillera y adentrarse en el árido sur. El camino nos lleva durante un largo trecho en paralelo al río Ziz a través de su valle. Al paso saldrá Erfoud, casi al final, donde podremos admirar su riqueza de fósiles y minerales.
Alcanzaremos Merzouga allá donde termina la carretera, pero eso no nos detendrá: nos subiremos a lomos de dromedarios o a bordo de todoterrenos 4×4 para adentrarnos en las dunas de Erg Chebbi, que se extienden durante kilómetros al este de esta población. En ellas nos espera el singular alojamiento de esta jornada: un campamento de jaimas de lujo, donde nos recibirán con un té caliente… y nos darán las buenas noches las radiantes estrellas que brillarán en el cielo.
El sexto día es la jornada que marca la diferencia entre este circuito y todos los de menor duración: en este día conoceremos a los habitantes de este (aparentemente) inhóspito lugar, que siguen manteniendo muchas de las tradiciones de sus ancestros.
Antes de ello, nos deleitaremos con el mágico amanecer que tiene lugar en las dunas del desierto y, acto seguido, volveremos a Merzouga (en dromedario o 4×4) para darnos una ducha y salir en todoterreno hacia Khamlia. Se trata de un pueblo donde predomina la población de color negro, pues son en buena medida descendientes de los esclavos que siglos atrás venían del Sudán. Y nos honrarán con lo que mejor saben hacer: un concierto de música, donde predominan los ritmos de percusión subsaharianos.
De vuelta al vehículo 4×4, recorreremos una de las pistas míticas del antiguo París-Dakar, pasando por minas de khol y por los restos de un poblado bereber y del periodo del Protectorado Francés. Una colina elevada nos dará una visión panorámica de las dunas de Erg Chebbi, donde pasamos la noche anterior. Y durante la tarde visitaremos a familias nómadas en proceso de sedentarización que, no obstante, siguen habitando según sus tradiciones, como la de ofrecer té a los invitados (nosotros) que llegan hasta aquí para conocerles.
Tras esta ruta inigualable por el desierto de Merzouga, acudiremos al hotel de la localidad donde pasaremos la noche, con todo lujo de comodidades.
En el séptimo día de circuito decimos adiós al desierto del Sahara y nos adentramos en lo que se conoce como los valles presaharianos: valles de ríos o wadis que nacen en el Atlas y que permiten la existencia de palmerales y zonas de cultivo en sus alrededores, en convivencia con áreas áridas, principalmente de hamada.
Es una de las jornadas con más kilómetros en carretera, pero el roadtrip es un atractivo en sí mismo. Nos llevará a Rissani, un sorprendente pueblo del desierto, con mercado y ambiente popular. Tras ello nos dirigiremos al Valle del Dades, haciendo parada en las Gargantas del Todra, un encajonado cañón que parece irreal por la perfección de sus paredes verticales, paraíso de escaladores. Y al final del recorrido llegaremos a Ouarzazate, la ciudad más grande de la región.
En Ouarzazate está la imponente kasbah de Taourirt, que visitaremos a la llegada o al día siguiente, según los horarios. Y aquí estará también el confortable hotel para descansar durante la noche.
Ouarzazate, además de su kasbah de Taourirt (que se visita este día o el anterior) es famosa por sus estudios cinematográficos, llamados Atlas Studios, donde se han ambientado escenas para películas muy diversas, como Lawrence de Arabia. Pero además, esta es la ciudad desde la que parten muchas excursiones hacia otro lugar de película: Ait Ben Haddou.
Ait Ben Haddou es un pueblo fortificado, apiñado en una montaña, rodeado de murallas y coronado por una kasbah. Por su singularidad y estado de conservación, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura defensiva bereber, probablemente del siglo XVII o incluso antes.
Tras su visita y con las imágenes de este ksar aún en la retina, llegaremos a la kasbah de Telouet, un buen ejemplo de castillo bereber, usado por la familia El Glaoui hasta bien entrado el siglo XX. Su altitud es considerable (1.800 msnm aprox.), pues poco después se llega al puerto de Tizi n’ Tichka (2.260 msnm).
Desde ahí solo quedará completar el hermoso descenso por los valles del Alto Atlas hasta Marrakech, la meta final de este circuito. A la llegada, tendréis tiempo libre hasta el momento del descanso en un riad histórico de la ciudad.
El penúltimo día de este circuito nos deparará otro de los platos fuertes del viaje: la visita de Marrakech, considerada capital turística de Marruecos, no por casualidad. Se trata de una ciudad llena de atractivos monumentales, pero también de lugares y actividades donde sus gentes se muestran de manera genuina.
Durante la mañana disfrutaréis de una visita guiada por los lugares más emblemáticos, como pueden ser la mezquita Koutoubia (solo exterior), el Palacio Bahia, las Tumbas Saadíes y otros espacios que elegirá nuestro guía oficial por su belleza y singularidad. Y por la tarde, que será libre, podréis completar la jornada según vuestros gustos: perderse por la plaza de Jemaa el-Fna, visitar un museo, realizar compras de artesanía en los zocos, hacer shopping por las tiendas de lujo de Gueliz… y muchas otras propuestas.
Y así, llegará el momento de descansar la última noche del circuito en el encantador riad del centro.
Este circuito llega a su fin en su décimo día, que se programará según el horario de despegue del avión de regreso a casa. Si fuera posible, tras el desayuno en el riad puede quedar algo de tiempo libre adicional. En cualquier caso, a la hora acordada, nuestro chófer se pasará a recogeros por el hotel para realizar el transfer al aeropuerto de Menara-Marrakech en vehículo privado. Y nos despediremos en la terminal, con los mejores deseos y un agradecimiento de corazón por confiar en nuestra agencia.
Este circuito de 10 días por Marruecos es muy completo no solo por la variedad de destinos del programa, sino también por los numerosos servicios incluidos en el paquete de viaje. Son los siguientes:
Para completar el viaje, el viajero deberá afrontar con sus fondos los siguientes servicios, que no están incluidos en el paquete:
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