El concepto de arte en Marruecos es radicalmente distinto al que se tiene en Occidente. Y esto es así por la poderosa influencia de Islam, al que queda supeditado cualquier manifestación artística. En este país, como en todo el arte musulmán, no hay una búsqueda de la belleza en sí misma, ni tampoco un deseo de expresar emociones personales por parte del autor. Lo que busca el arte islámico es, en la mayoría de los casos, contribuir a crear una atmósfera propicia para el encuentro del fiel con Alá. A continuación hacemos un breve repaso a las principales manifestaciones artísticas de Marruecos.
La arquitectura es una de las disciplinas artísticas principales en cualquier sociedad y religión. Y Marruecos no es una excepción. Guarda muchas similitudes con la arquitectura árabe, por razones obvias, pero también cuenta con tipologías y otros detalles autóctonos que merece la pena conocer.
En Marruecos podemos encontrar arquitectura religiosa, civil y militar. Pero en ocasiones, una misma construcción puede tener dos o incluso las tres funciones, lo que le da mayor originalidad e interés a algunos monumentos.
Por lo que respecta a la arquitectura religiosa, destacan por encima de todo las mezquitas, que son los principales templos para realizar la oración. Por desgracia, la inmensa mayoría de mezquitas están reservadas sólo para los fieles, por lo que una persona que no sea musulmana no puede entrar a conocerla. La gran excepción es la mezquita de Hassan II en Casablanca, que sí es visitable y permite así descubrir los principales espacios de estos templos: la gran sala de oración, el mihrab o nicho que indica la dirección a La Meca, el patio de las abluciones…
Por tanto, los viajeros no musulmanes tendrán que conformarse con ver casi todas las mezquitas por fuera, aunque desde ahí también se pueden admirar algunos detalles de estas construcciones, como los alminares o minaretes, que son las torres desde donde se llama a la oración.
Otra construcción fundamental de carácter religioso, y también educativo, son las medersas o madrasas: son escuelas coránicas donde los alumnos estudian para ser imanes u otros cargos relacionados con la enseñanza y la interpretación del Corán, el libro sagrado para los musulmanes. En Marruecos hay muchas, pero en algunas ciudades alcanzan una belleza y una importancia supremas. Es el caso de Bou Inania y Attarine en Fez, o la de Ben Youssef en Marrakech, por citar algunos ejemplos.
Además, en Marruecos encontramos un tipo de construcción religiosa de gran originalidad: los morabitos. Son una especie de mausoleos donde reposan los restos de un santón o personaje religioso de gran significación, a donde peregrinan numerosos fieles cada año. Algunos ejemplos de ello son el de Moulay Bousselham o el de Moulay Abdeselam, ambos en el norte del país, aunque su interés artístico es menor.
Por lo que respecta a las características de toda la arquitectura religiosa, lo más destacable es el uso de materiales humildes y ligeros, que responden a la idea islámica de que sólo Alá es eterno. Los materiales más destacados son el ladrillo para los muros y paredes, la madera para las techumbres, el yeso y la cerámica para la decoración, ésta última con acabado vidriado para dar un toque de elegancia y durabilidad.
La arquitectura civil tiene un carácter popular en la mayoría de los casos, especialmente en las medinas, que son los centros históricos de Marruecos: un área de callejuelas estrechas y laberínticas, rodeadas por una muralla, en algunos casos con puertas monumentales. En ellas, se desarrolla la vida más tradicional de las ciudades, con numerosos bazares, barrios de artesanos, mezquitas, medersas, etc.
Sin embargo, también hay ejemplos de arquitectura más ordenada y planificada. Es el caso de las ville nouvelle o ensanches fuera de la medina, construidos a comienzos del siglo XX, en tiempos de los protectorados francés y español. Por ello, en estos espacios se reconocen calles más amplias y rectas, con un estilo que recuerda al modernismo europeo o a la arquitectura neoandalusí del sur de España.
Mención especial merecen los mellah o barrios judíos de Marruecos. Por desgracia, quedan pocos y, los que se conservan, han perdido buena parte de su esencia. Pero los viajeros más intrépidos sabrán apreciar lo que queda de ellos, sobre todo si consiguen entrar a las humildes pero espectaculares sinagogas que aún quedan, por ejemplo en Essaouira. En Fez, la arquitectura del mellah, en los alrededores del Palacio Real, es también reconocible y digna de admirarse, con balconadas de madera muy características.
Pero lo más espectacular de la arquitectura civil son los palacios reales y las residencias palaciegas de la alta sociedad, donde a menudo no se escatimaban esfuerzos decorativos. Las diferentes dinastías reinantes en el país, y en concreto algunos sultanes, promovieron la construcción de palacios reales. Al igual que ocurre con la mayoría de mezquitas, no son visitables por dentro, pero al menos podemos disfrutar de su fachada exterior: el Palacio Real de Fez con sus magníficas puertas doradas, o el Palacio del Califa en Tetuán son algunos ejemplos de ello.
Para hacernos una idea de cómo son esos fascinantes palacios, se pueden visitar otras residencias de la alta sociedad, que en ocasiones se han convertido en museos o en sedes de instituciones oficiales. El Palacio Bahia de Marrakech o el Museo Nejjarine de Fez son ejemplos de ello, donde se puede apreciar la importancia del patio interior como núcleo de la vida privada y que tienen su equivalente en otras construcciones más humildes, hoy reconvertidas en hoteles-riad. En estos patios, el agua y la vegetación siempre están presentes, como elementos de purificación y de evocación del Edén.
Por otro lado, al sur del Atlas, en tierras del desierto donde hay mayor presencia de la cultura bereber, se aprecia un predominio del adobe como material constructivo, dada la abundancia de arena y la escasez de otras materias primas. La mezcla de esa arena con arcilla y paja da como resultado este material usado en construcciones populares pero también en residencias palaciegas.
La arquitectura militar también nos ha dejado importantes joyas, y muchas de ellas se pueden conocer por dentro y por fuera. Dependiendo de la región en la que nos encontremos, las construcciones tendrán un estilo u otro.
Por ejemplo, en el desierto y en la vasta región presahariana, predominan las kasbahs, que son las fortalezas de adobe hechas por los bereberes, con torres almenadas y sencilla decoración geométrica que crea claroscuros en la parte superior. Algunas de estos kasbahs fueron también residencias palaciegas, con interiores de gran refinamiento.
En cambio, en la costa atlántica (Essaouira, El Jadida, Asilah), las fortalezas marítimas tienen un aire más occidental, en concreto portugués, pues esta nación promovió el establecimiento de fortalezas y enclaves comerciales a partir del siglo XV, cuando comenzaron sus viajes de exploración que bordeaban África.
Las principales ciudades turísticas también suelen contar con su propia kasbah amurallada, que ofrece una ventaja al visitante: las vistas panorámicas que se disfrutan desde ellas, a modo de mirador, pues suelen encontrarse en las zonas más elevadas del casco urbano, como la kasbah de los Udayas en Rabat.
Como decíamos, el arte en Marruecos se concibe de otra manera: la pintura y la escultura tuvieron un nulo desarrollo aquí, dada la prohibición del Islam de representar la figura humana y la figura de Dios. Por ello, su función ha quedado históricamente ‘relegada’ a la decoración de edificios, aunque con cotas de calidad y belleza realmente sublimes.
Las formas vegetales y geométricas se vuelven aquí extremadamente minuciosas, en dibujos entrecruzados que recubren paredes y techos. También tiene mucha presencia la decoración caligráfica, especialmente en entornos religiosos como medersas, que se aprovecha además para insertar pasajes del Corán.
Por todo ello, el arte en estos espacios tiene un carácter más propio de la artesanía que, como contamos en esta página, se convierte en todo un arte. Ya sea incrustado en paredes, pavimentos o techos, o bien en elementos exentos como muebles, las principales artesanías encuentran aquí su espacio.
La madera, sobre todo la de cedro, deja a los espectadores boquiabiertos. La azulejería aporta notas de color muy interesantes, en algunos casos incluso para las tejas de los tejados, como las de color verde en el área de Fez. Los trabajos textiles como alfombras y tapicerías, no solo dan confort sino también elegancia a cualquier estancia. E incluso metales de alto valor, como el bronce dorado, se emplean para cubrir muebles y otros elementos de la arquitectura, como puertas.
No obstante, dicho todo lo anterior, en los últimos años han surgido museos de arte, por influencia del turismo y la globalización, pero también por el deseo de los nuevos creadores marroquíes de explorar las nuevas vías de expresión. Eso ha fomentado la aparición de artistas que se mueven en las corrientes abstractas, estando presentes en galerías y en museos de nuevo cuño, como el Museo de Arte Moderno Mohammed VI de Rabat o el Museo de Arte Moderno de Tetuán. Por otro lado, se ha dado mayor relevancia a la fotografía, aunque con un carácter documental y social, como puede apreciarse en museos como la Maison de la Photographie de Marrakech.
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