De norte a sur, de las altas cumbres montañosas a las playas atlánticas, de la humedad de los parques naturales a la aridez extrema del Sahara, de las ciudades más frenéticas a los pueblos más apacibles, de la arquitectura moderna árabe a la más tradicional y bereber. En este circuito de 16 días, descubrirás contrastes que ni imaginabas y rincones de auténtica belleza.
En este circuito de 16 días por Marruecos empleamos uno de nuestros vehículos premium para articular todo el programa. Para desplazarnos de un destino a otro, viajaremos por carretera: las principales ciudades están conectadas por autopista, como las capitales imperiales Rabat, Fez, Meknes o Marrakech. Pero las largas carreteras nacionales son también rutas míticas para quienes las recorren, como las de los valles presaharianos o los puertos que cruzan el Atlas.
Y para llegar a los puntos más recónditos del desierto, emplearemos también vehículos 4×4 con los que recorrer pistas de tierra, empleadas en grandes rallyes de aventura. Y por si eso fuera poco, nos subiremos a lomos de dromedarios para atravesar dunas de arena, como hacían las antiguas rutas caravaneras de nómadas tuareg. El pueblo negro Khamlia, los trayectos por Tazarine y Zagora o el entorno de Erg Chebbi (desierto de Merzouga) son algunos de los lugares que conocerás de esta manera.
El desierto es un ecosistema natural cargado de belleza por la pureza del entorno, apenas modificada por la mano del hombre, especialmente en sus campos de dunas. Pero la naturaleza marroquí es mucho más que eso: bosques de cedros, saltos de agua, campos poblados de arganes, oasis donde abundan las palmeras y los rosales… y un largo etcétera.
Además, la cultura estará siempre presente en este viaje: tanto la más elevada como la más popular. La imponente arquitectura de las mezquitas y las kasbahs contrasta con las humildes casas de adobe, la refinada cocina actual se contrapone a los locales de humildes sabores, la artesanía más minuciosa no tiene nada que envidiar a la joyería más deslumbrante… Y todo ello lo descubrirás con nuestra ayuda o por tu cuenta durante este medio mes en el que te sentirás un marroquí más.
La duración de este circuito (16 días y 15 noches, con inicio en Casablanca y fin en Marrakech) lo convierte en uno de los más largos de nuestro catálogo, con un rico programa que detallamos a continuación.
El Aeropuerto Internacional de Casablanca Mohammed V será vuestra puerta de entrada a Marruecos. Y nuestro personal os dará la bienvenida sin salir de él: os estaremos esperando en la terminal para conduciros al vehículo privado con el que iniciaremos la ruta.
La primera parada está en pleno centro de Casablanca, a orillas del Atlántico: la mezquita de Hassan II, una de las más modernas del mundo… y una de las pocas visitables por personas no musulmanas. Su minarete, además, domina la escena con sus cerca de 200 metros de altura.
Rabat, a unos 90 km de Casablanca, será la siguiente parada de esta primera jornada. En la medina y su entorno, también a los pies del Atlántico, hay extraordinarios monumentos históricos, como la Torre Hassan: no es tan alta como la mezquita de Casablanca, pero sí mucho más antigua, pues data de época almohade, en el siglo XI. El Mausoleo de Mohammed V, monarca artífice de la independencia de Marruecos, es otro espacio cargado de simbolismo y majestuosidad.
El riad de Rabat en el que descansaréis por la noche no tiene la magnificencia de dichos monumentos, pero sí mucho encanto y unas instalaciones totalmente premium, donde os sentiréis como en casa.
La costa atlántica sigue siendo protagonista en esta segunda jornada de circuito. Pero en este caso, en Asilah, una localidad situada mucho más al norte de Rabat y de tamaño mucho más pequeño… aunque no menos interesante.
Por su origen, la arquitectura defensiva de la fortaleza recuerda a las murallas marítimas portuguesas, el caserío de la medina tiene algo de andalusí y la atmósfera del lugar destila arte y espíritu bohemio. Esto es así por el gran festival cultural que se organiza en verano y engalana las casas del centro, pero que permanece vivo de diferentes maneras a lo largo del año.
En suma: Asilah representa una escapada muy interesante y sorprendente para quienes desean explorar destinos con encanto y sin masificar en Marruecos. Por ello, el riad en el que haréis noche estará en sintonía con el lugar.
El tercer día de este circuito nos lleva por los destinos más interesantes del norte de Marruecos: abandonamos Asilah y nos adentraremos en Tetuán (Patrimonio Mundial de la Unesco), para concluir en la pintoresca Chaouen.
Tetuán está muy cerca del mar Mediterráneo y fue capital del Protectorado Español de Marruecos. Por ello, es una de las ciudades que más mira a su vecino del norte, en especial a Andalucía: su arquitectura y ensanche urbanístico se inspiran en esa región, pero también conserva edificios de gran personalidad, como el Palacio Real, aún utilizado por el rey del país para pasar algunos periodos estivales.
De la Paloma Blanca (como se conoce a Tetuán) ‘volamos’ a Chaouen: aunque recorreremos por carretera los escasos 60 km que separan a ambas localidades, tendremos que ascender para llegar a Chaouen, pues se encuentra entre las montañas del Rif, extendida sobre la ladera de una de ellas. Pero lo más llamativo es su color azul, empleado para decorar los muros de las casas, lo que ofrece una estampa única. Desde dentro, Chaouen gana mucho, con rincones llenos de sabor popular y plazas de gusto rural, como Uta el-Hammam.
La visita por Chaouen será libre en la tarde, hasta el momento del descanso nocturno en un riad de la medina.
Historia. Mucha historia. Ese será uno de los ingredientes principales de esta jornada, quizá la más interesante para los amantes de las civilizaciones del pasado. Tras abandonar Chaouen, el recorrido nos llevará a dos paradas muy cercanas entre sí (unos 20 km), cada una declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.
Una parada es Volubilis, que destaca por ser el yacimiento arqueológico romano más importante de Marruecos. Se trata de un recinto con espectaculares vestigios de esta ciudad preislámica, que pudo alcanzar los 20.000 habitantes, según algunas fuentes. El Arco del Triunfo, de tiempos del emperador Caracalla (siglo III d.C) es uno de sus principales monumentos, pero el templo de Júpiter Capitolino y los mosaicos que decoraban algunos pavimentos también despuntan por su interés.
Unos quince siglos después alcanzó su apogeo Meknes, la otra parada de la jornada: fue la ciudad elegida por el sultán Moulay Ismail para gobernar su reino. Por ello, es un personaje omnipresente aquí, y nosotros lo descubriremos en primera persona al visitar su mausoleo. Los restos de la muralla y las puertas monumentales de la misma, como Bab el Mansur, son otros atractivos de primer orden.
En el último tramo del día llegaremos a Fez para dar un breve paseo por libre y descansar en el riad de la medina, de cara a la intensa jornada del día siguiente.
En esta quinta jornada de circuito no necesitaremos el vehículo para viajar a otro destino: permaneceremos en Fez para descubrir los numerosos atractivos de esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y considerada capital espiritual y cultural de Marruecos.
Motivos no le faltan: cuenta con la medina más grande del país que, de hecho, se divide en medina vieja (Fez el Bali, desde su fundación en el siglo VIII) y medina nueva (Fez el Jedid, desde el siglo XIII). Las medersas Bou Inania y Attarine dan cuenta de la importancia de los estudios religiosos en Fez, lo mismo que la universidad Karaouine (dentro de la mezquita del mismo nombre), pues está considerada la más antigua del mundo. Las puertas doradas del Palacio Real, el barrio judío mellah o el barrio de los curtidores completan otros lugares muy visitados aquí.
Por la tarde, durante el tiempo libre, podréis completar la jornada con visitas a museos o compras por los zocos tradicionales (repletos de artesanía de máxima calidad), entre otras muchas propuestas, antes de descansar en el riad de la medina.
De la historia y la cultura de las últimas jornadas de viaje pasamos ahora a la naturaleza más pura y genuina: la que se encuentra en las montañas del Medio Atlas, en los alrededores de Fez, y la que lo cubre todo al sur de esta cordillera, con paisajes de extrema aridez.
Al poco de abandonar Fez nos toparemos con Ifrane, un pueblo de montaña con aspecto alpino, y con el Parque Nacional del mismo nombre. En este último habita la colonia más populosa de monos de Berbería, así como su gran refugio de cedros, tan asociado a este a esta cordillera.
Al pasar al lado sur del Atlas, el desierto va conquistándolo todo, con paisajes pedregosos y colinas rocosas, y convierte en esporádicos los oasis de vegetación. Siguiendo el valle del Ziz llegaremos a Erfoud, que se ha labrado su prestigio gracias a los yacimientos de fósiles de su subsuelo.
Y un poco más al sur, llegaremos a Merzouga. Esta localidad da nombre a una parte del desierto del Sahara, famosa por las dunas de Erg Chebbi. Hacia ellas iremos a lomos de dromedarios para llegar a un campamento de jaimas bereberes, que será nuestro confortable hogar por una noche.
El inicio de la séptima jornada nos deparará uno de los mayores espectáculos del circuito: el amanecer en el campo de dunas, con una luz sólo comparable a la del atardecer anterior. Con ella, los más madrugadores se despedirán del brillo de las estrellas de la noche, otro espectáculo digno de admirar.
Ya repuestos de este alba tan genuino, regresaremos a Merzouga para tomar una ducha rápida y proseguir por otras rutas del desierto, esta vez en vehículos todoterreno 4×4. Ahora el recorrido nos llevará por pistas del París-Dakar hacia poblados singulares, como Khamblia, donde presenciaremos un concierto de música folclórica negra. También será muy enriquecedor el encuentro con familias nómadas en vías de sedentarización, pues nos permitirá conocer de primera mano la vida cotidiana en un ambiente natural tan complicado.
Tras ello y alguna parada más entre restos de pueblos abandonados y elevaciones con vistas panorámicas, llegaremos de nuevo a Merzouga para hacer noche en un hotel-kasbah de lo más acogedor y confortable.
El desierto del Sahara en Marruecos esconde numerosos rincones sorprendentes e inigualables. Por ello, una tercera jornada aquí bien vale la pena. En este caso, desde Merzouga pondremos rumbo a las montañas del Anti Atlas, la cadena montañosa más sureña y árida de toda la cordillera marroquí.
Ahora, el desierto se convierte en hammada, con terreno pedregoso y de color mucho más oscuro, hasta el punto de que recibe el apelativo de ‘desierto negro’. Aquí se encuentra Tazarine, la localidad de referencia en este entorno, por donde pasaremos de camino al otro gran atractivo del día: el enorme palmeral del río Draa, del que nosotros sólo veremos una pequeña parte, pues es una lengua verde que se extiende por más de 200 km en el desierto.
A cobijo del palmeral han surgido pequeños pueblos bereberes desde tiempos inmemoriales, pero la ciudad principal aquí es Zagora, que conserva vestigios del pasado y alberga nuestro encantador riad en la noche.
En este noveno día abandonamos el corazón del desierto para poner rumbo al norte y visitar otras zonas marcadas por el contraste entre la extrema aridez y las sorprendentes explosiones de verdor y humedad de los valles presaharianos.
Así se aprecia, por ejemplo, en las Gargantas del Todra: como veremos, este cañón rocoso parece una obra mágica por la perfección, verticalidad y altura de sus paredes rocosas, auténtico paraíso para escaladores. El río Todra, estacional y de escaso cauce, es el responsable de haber creado un paisaje tan singular, muy cerca de Tinerhir.
Por el valle del Dades, entre pueblos bereberes, palmerales y kasbahs abandonadas, discurriremos hasta llegar al riad que nos acogerá esta noche, en un entorno rural de lo más encantador.
Aunque carece de grandes ciudades y monumentos, viajar por carretera a través del valle del Dades y otros valles colaterales supone una experiencia inolvidable para los amantes de las míticas rutas sobre asfalto.
Uno de esos valles colaterales que bien vale una visita es el de las Rosas, sobre todo si es en primavera, cuando los campos de cultivo están más floridos y se celebra un festival con la rosa como elemento central. Pero si viajas en cualquier otra época del año descubrirás que esta flor es la principal materia prima para elaborar productos cosméticos, gastronómicos… y turísticos, pues supone un auténtico reclamo.
El Oasis de Skoura es otra isla de vegetación y humedad en el Valle del Dades, y su denso palmeral es uno de los más pintorescos del país, sobre todo si se observa desde algún puesto elevado, que permite ponerlo en contraste con su árido entorno.
Desde Skoura, quedará relativamente poco para llegar a Ouarzazate (apenas 40 km), donde esperará nuestro hotel para descansar y reponer fuerzas de cara a las visitas del día siguiente.
Ouarzazate es la principal ciudad al sur del Atlas y es conocida por sus estudios cinematográficos, los Atlas Studios. En cambio, nuestro programa nos lleva hasta la kasbah de Taourirt, sin salir de la ciudad: es un magnífico ejemplo de arquitectura bereber en adobe, con juegos decorativos en claroscuro.
Pero para arquitectura bereber tradicional e imponente, nada como el ksar de Ait Ben Haddou, reconocido como Patrimonio Mundial por la Unesco. Se trata de un poblado fortificado bajo la kasbah de una colina, y todavía sirve de hogar para muchas familias, aunque no tantas como en su periodo de apogeo, cuando era una parada obligatoria para los comerciantes de las rutas caravaneras que llegaban a Marrakech desde el sur del Sahara.
Tras pasear por el interior y el exterior de Ait Ben Haddou, ascenderemos hasta el Puerto de Tizi n’Tichka para cruzar el Alto Atlas e iniciar el fotogénico descenso hasta Marrakech. Aquí, la tarde será libre y la noche, de descanso en un riad de la máxima categoría.
Su pasado como capital del reino y su presente como capital turística de Marruecos sitúan a Marrakech en una posición privilegiada, que no podía faltar en el programa de este circuito de 16 días. Para esta ciudad, llamada ‘roja’ por el color de sus construcciones de ladrillo, reservamos una jornada completa… aunque tenga atractivos para llenar varias jornadas más.
La primera parte de esa jornada será en formato de visita guiada, con un guía local acreditado por el Ministerio de Turismo. Las Tumbas Saadíes, el Palacio Bahia, la mezquita Koutoubia (solo exterior) y la plaza Jemaa el Fna son algunos lugares de interés que podrían incluirse en esta visita guiada.
Por la tarde, en cambio, volveréis a disponer de tiempo libre, quizás para compras de artesanía o para visitar alguno de los museos de interés de la ciudad, antes de descansar de nuevo en el riad. En este sentido, destaca el Museo de Marrakech, el pequeño pero sorprendente Museo Orientalista o el moderno Museo Yves Saint Laurent, dedicado a este diseñador ligado a la ciudad.
En un circuito tan largo como este, de más de dos semanas, hay tiempo para hacer alguna excursión desde Marrakech. Y en este programa, la elegida es la de las Cascadas de Ouzoud, un destino muy popular entre los propios marroquíes.
Se trata del mayor salto de agua del país, a poco más de 150 km desde Marrakech. Parece surgida por arte de magia, puesto que el entorno que la rodea no es precisamente muy húmedo. Y no es rara la presencia de monos de Berbería, ya acostumbrados a la compañía de los turistas, que vienen hasta aquí para refrescarse o simplemente deleitarse con la vista de la caída.
Otra excursión habitual desde Marrakech es la que nos lleva a Essaouira. Pero en este caso, por el enorme interés de esta ciudad costera, le dedicamos dos días y una noche en nuestro programa de viaje.
Llegaremos hasta Essaouira entre campos de argán y cooperativas que extraen su preciado aceite. Así lo comprobaremos si visitamos algunas de estas organizaciones que, de esta manera, generan trabajo en torno a un símbolo de la naturaleza marroquí.
Ya en Essaouira, la jornada será libre para visitar a vuestro ritmo esta cuidad declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. La fortaleza marítima portuguesa Skala es el gran monumento a descubrir, donde por cierto se rodaron escenas de Juego de Tronos. Su puerto pesquero, sus sinagogas o los rincones más animados de la medina pueden completar la jornada, hasta el momento de descansar en el riad de la medina.
En este viaje tendrás el privilegio de disfrutar de dos días por Essaouira. Este es el segundo y puede ser el más adecuado para realizar alguna actividad organizada en la ciudad, como paseos en dromedario o caballo por las playas o practicar alguno de los deportes acuáticos en boga en la zona, como el kitesurf.
Un baño en alguna de sus playas será otra opción siempre agradable, así como la degustación gastronómica o la música folclórica, si hay ocasión para ello. Y así llegaremos a la última noche del circuito, en el riad de la medina, como de costumbre.
En función del horario del vuelo a casa en el decimosexto día de circuito, configuraremos el programa específico de esta jornada. Sea cual sea ese detalle, nuestro chófer os recogerá con puntualidad a la hora acordada para llegar sin problemas al Aeropuerto Internacional de Marrakech-Menara, donde pondremos fin a nuestros servicios, entre palabras de gratitud por la confianza depositada en la agencia.
Un circuito tan completo en los destinos también lo es en cuanto a los servicios incluidos. A continuación los detallamos para tu conocimiento:
Por último, estos servicios no están incluidos en el paquete del circuito, por lo que tienen un coste aparte:
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