Fez y Marrakech son dos ciudades fascinantes, llenas de cultura e historia. Y por tanto, de monumentos dignos de conocer. Y en este circuito de 8 días, son las ciudades de inicio y fin, respectivamente. Pero entre ambas, hay mucho por descubrir, especialmente si se dispone de un vehículo confortable para recorrer kilómetros entre montañas, valles y desierto. Eso es precisamente lo que puedes tener si reservas este paquete de viaje de Chic Morocco.
Repartidos por los 8 días, este circuito te hará conocer monumentos de primera magnitud. Tanto en las ciudades como en el mundo rural, tanto islámicos (mezquitas, medersas, etc.) como bereberes (fortalezas y palacios del desierto). En total, son tres los lugares Patrimonio de la Humanidad que te acerca el programa, lo que demuestra su relevancia y su buen estado de conservación. Y además, habrá otras muchas construcciones, a menudo en poblaciones pequeñas, que te sorprenderán por su carácter y originalidad.
La belleza no solo reside en las obras hechas por el hombre, sino también en las que la naturaleza misma ha realizado con el paso del tiempo. Bosques de árboles centenarios, dunas de arena que se pierden en el horizonte, palmerales surgidos como por arte de magia, cumbres nevadas que acarician el cielo, cañones rocosos de perfecta imperfección… De todo ello encontrarás bellos ejemplos durante el circuito, que atraviesa reservas protegidas y paisajes salvajes.
Los 8 días de este circuito desde Fez se reparten de la siguiente manera: una ruta por carretera que permite dormir una noche en cada destino, salvo en Fez y Marrakech, donde se pernoctan dos noches en cada una.
Poco después de que tu vuelo toque tierra en Fez, este circuito echará a andar. Será cuando nuestro personal os reciba a pie de terminal para efectuar el traslado en vehículo privado hacia el riad situado en la medina, donde haréis el check-in.
Los horarios y el tiempo libre dependerán de la llegada del vuelo. Pero si tenéis la suerte de tener toda la tarde a vuestra disposición, podréis aprovechar la ocasión para dar un primer paseo por la ciudad, a modo de toma de contacto, antes de regresar al riad para descansar.
Para conocer a fondo Fez, resulta casi imprescindible disponer de un guía oficial: es tan grande su medina histórica y son tantos los monumentos y lugares de interés que acoge que sólo un profesional puede optimizar el tiempo de visita y explicar adecuadamente lo más importante.
Y eso es lo que ocurrirá en la mañana de este segundo día: nuestro guía, acreditado por el Ministerio de Turismo, os llevará por los rincones más sorprendentes de Fez el-Bali y Fez el-Jedid, que son las dos grandes zonas de la medina. Plazas como la de Nejjarine o la de los Alauitas, mezquitas como la Karaouine o la de los Andaluces (visitables solo por fuera), medersas como la de Bou Inania y Attarine o barrios como el mellah judío o el de los curtidores son algunos de esos rincones con encanto, aunque el recorrido final dependerá del criterio del guía.
En cualquier caso, la tarde será libre en Fez, de modo que puede ser un buen momento para completar la jornada con otras visitas por cuenta propìa, o bien para realizar algunas compras de artesanía: hay que recordar que esta ciudad es la más prestigiosa de todo el país en disciplinas como la cerámica, la ebanistería, la marroquinería o la producción textil. Y al final del día, una nueva noche de descanso en el riad de la medina.
En el tercer día, toca iniciar la ruta por carretera que nos llevará a los rincones más espectaculares del sur del país. Y los primeros se encuentran muy cerca de Fez, aún en la cara norte de las montañas del Atlas. Por ejemplo, Ifrane, una población a 1.700 metros de altitud que, debido a sus abundantes precipitaciones y a su carácter vacacional, está repleta de casas con tejados a dos aguas, un hecho insólito en Marruecos.
En su entorno está también el Parque Nacional de Ifrane, en el que entraremos para contemplar los dos iconos de esta reserva natural. Por un lado, los cedros del Atlas, uno de los árboles más representativos del país. Y por otro, los macacos de Berbería, que son numerosos y fácilmente visibles, por estar acostumbrados a la presencia del ser humano. Es por ello que a este espacio también se le conoce como Bosque de los Cedros o Bosque de los Monos, que cubre un total aproximado de unas 50.000 hectáreas.
Tras ello, pasaremos a la cara sur del Medio Atlas, donde el paisaje se hace progresivamente más árido. El río Ziz será nuestro compañero a lo largo de su valle, aunque su curso de agua apenas aporta la humedad suficiente para el surgimiento de palmerales de ribera y modestos campos de cultivo.
De hecho, el Ziz se pierde a su llegada al desierto y en Erfoud ya no es visible. Pero en esta localidad apreciaremos otros ‘ganchos’ turísticos, como es el caso de sus famosos fósiles. Los yacimientos de su entorno, a veces descubiertos como consecuencia de su industria de mármoles, conservan vestigios de la era de los dinosaurios, y la pasión por este bien se aprecia en tiendas y museos relacionados.
En cambio, para conocer la zona más virgen del desierto habrá que esperar algunos kilómetros más, hasta llegar a Merzouga. En esta población nos montaremos en dromedarios (hay opción de usar todoterrenos 4×4) para recorrer las dunas de Erg Chebbi, que tienen una extensión de más de 25 km de un extremo a otro.
Nuestro paseo no será tan largo: recorreremos la distancia indispensable para llegar al campamento de jaimas de lujo que hay en el corazón de las dunas. El trayecto merecerá la pena en sí mismo, pero también por la recompensa de llegar al campamento: un té bereber de bienvenida, una cena típica, un descanso en tiendas tradicionales con las máximas comodidades y un cielo de insólita belleza, por el brillo de sus estrellas.
El desierto alberga increíbles sorpresas, tanto en forma de paisajes naturales como de tradiciones populares. Y en este cuarto día de circuito, lo descubriremos desde muy temprano: los más madrugadores tendrán la suerte de presenciar un amanecer en las dunas, puro y colorido como pocos.
Tras ello y después de desayunar en el campamento de jaimas, regresaremos a Merzouga en dromedario (o 4×4) porque nos espera una jornada de intensas emociones. La primera, la que nos evocan los ritmos tribales, las vestimentas coloridas y los pasos acompasados de la música gnawa. Para interpretarlos, nadie mejor que la población de origen subsahariano y esclavo del pueblo de Khamlia.
Más adelante, donde termina el asfalto, evocaremos la adrenalina de la velocidad del rally París-Dakar, pues recorreremos pistas de tierra empleadas tiempo atrás en esa competición. Junto al trazado, además, veremos los vestigios de pueblos del Protectorado Francés y minas de kohl, que se explotaron intensivamente en aquel periodo por sus usos cosméticos.
Una actividad muy distinta es la que llevan a cabo las familias nómadas que aún viven aquí, en el corazón mismo del desierto. Concertaremos un encuentro con sus miembros para conocerles de cerca y comprender su estilo de vida basado en el cuidado del ganado y otras labores tradicionales, que nada tienen que ver con el estresante ritmo de la gran ciudad.
Después de este encuentro enriquecedor y de divisar las dunas de Erg Chebbi desde un mirador panorámico, será el momento de regresar a Merzouga, esta vez para cenar y dormir en un hotel ambientado en el desierto, lleno de encanto.
En el quinto día de circuito dejamos atrás el desierto más puro para dirigirnos a los valles presaharianos, que discurren entre el Atlas y el Sahara, y están llenos de atractivos. De camino a ello, haremos parada en Rissani, una pequeña localidad que conserva la que para muchos es la mejor medina del desierto: por sus construcciones históricas y por su mercado de productos tradicionales, al que aún muchos lugareños acuden en burro.
A medida que nuestro cuentakilómetros avanza, los palmerales se hacen más frecuentes y densos en torno al río Dades: nuestra ruta discurre paralela a éste, atravesando ciudades de cultura y arquitectura bereber (o amazigh), como es el caso de Tinghir.
Precisamente en esa ciudad nos desviaremos unos kilómetros, rumbo a las Gargantas del Todra: este es un afluente del Dades que ha erosionado durante miles de años la roca hasta crear un cañón en forma de estrecho pasillo rocoso. Pasear y fotografiar este inverosímil lugar será una hermosa experiencia.
De vuelta al Valle del Dades, continuaremos la ruta hasta una de esas poblaciones donde el adobe es el material predilecto en las casas y las palmeras, el árbol que mejor se adapta aquí. Aquí estará el riad que nos servirá de hogar por esta noche, tanto para cenar como para descansar.
Uno de los rincones más agradables del Valle del Dades es el Valle de las Rosas, teñido en primavera de los colores que la rosa damascena aporta aquí. Es uno de los atractivos de este sexto día y, sea cual sea la época del año en la que lo recorramos, será fácil apreciar el cariño con el que sus gentes cultivan sus rosales.
Ouarzazate es la gran ciudad de la zona y entre sus atractivos están los estudios cinematográficos Atlas, que sirvieron de plató en superproducciones como Lawrence de Arabia. Pero su monumento más histórico e imponente es la kasbah de Taourirt: son muchos los castillos bereberes de adobe que se suceden por estos valles presaharianos, pero pocos se conservan tan bien como este, que perteneció a la poderosa familia El Glaoui.
Aún más imponente se puede considerar el ksar de Ait Ben Haddou, un pueblo fortificado que todavía conserva sus espectaculares murallas y una buena parte del caserío donde hacían vida sus residentes. Fue una parada fundamental para las rutas caravaneras que venían del otro lado del Sahara, lo que explicaría su gran crecimiento siglos atrás, y la necesidad de ser protegida de manera efectiva.
La ruta no se detiene aquí, sino que inicia ahora un ascenso por las montañas del Alto Atlas, hacia el puerto de Tizi n’Tichka, a unos 2.260 metros de altitud. El descenso hacia Marrakech será también un regalo para los ojos, por las bellas estampas que nos regalan estos valles fértiles y húmedos de la cara norte.
La llegada a Marrakech será en el último tramo del día y acudiremos directos al riad, aunque podría quedar tiempo libre para una primera exploración de la llamada ‘ciudad roja’.
Al igual que sucede con Fez al comienzo de este circuito de 8 días, dedicamos a Marrakech una jornada completa, pues se trata de la ciudad con mayor tirón turístico. Su medina también alberga importantes monumentos históricos y el ambiente popular de sus zocos es otro atractivo en sí mismo, destacando en este sentido su animada Plaza de Jemaa el-Fna.
Conducidos por un guía oficial de la ciudad, descubriréis lugares tan interesantes como la medersa de Ben Youssef, las Tumbas Saadíes, el Palacio Bahia o la mezquita Koutoubia (visita interior reservada a los musulmanes). El itinerario final dependerá de diferentes factores (disponibilidad, ritmo de paseo, etc.), pero lo que es seguro es que la otra mitad de la jornada se puede dedicar a completar lo ya visitado, con museos u otros barrios fuera de la medina (Gueliz).
Ese será el final de este séptimo día, en el que descansaréis en el mismo riad de la medina después de una jornada intensa y agotadora, pues predominarán los desplazamientos a pie.
Este octavo día lo programaremos en función de la hora de despegue del vuelo de regreso a casa. Con tiempo suficiente de antelación, nuestro chófer os recogerá en el riad para trasladaros al aeropuerto. Y si el avión tiene su hora de despegue por la tarde, las primeras horas del día pueden ser libres para compras u otros planes de última hora.
Para que este circuito de 8 días desde Fez esté a la altura de vuestras expectativas, el paquete de viaje incluye los siguientes servicios, todos ellos con categoría premium:
Estos otros servicios, en cambio, no están incluidos en el paquete de viaje:
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