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¿Tienes algo más de una semana para tu viaje? ¿Te gusta la cultura y la naturaleza a partes iguales? Entonces, este circuito con inicio en Tánger y final en Marrakech se presenta como una propuesta inmejorable. El recorrido incluye yacimientos arqueológicos y parques naturales, ciudades con historia y parajes montañosos, pueblos con encanto y el desierto más absoluto… Todo en 8 días, que recordarás para toda tu vida.
La riqueza histórico-artística de Marruecos es mucho más amplia de lo que se podría imaginar. Y en este circuito de 8 días lo descubrirás. El programa incluye visitas guiadas por Fez y Marrakech, para conocer ambos destinos a fondo. Pero también incluye otras localidades de máximo interés como Tetuán o Meknes, así como yacimientos y construcciones de alto valor histórico, como Volubilis y Ait Ben Haddou. Todo ello está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, a lo que se suman pueblos sin ese distintivo pero fascinantes igualmente, como Chaouen y Rissani.
Marruecos no sólo posee obras maestras hechas por el hombre: también está repleta de joyas creadas por la naturaleza, que podremos disfrutar en nuestros días por conservarse prácticamente en estado virgen. Así ocurre con las dunas de arena de Erg Chebbi, en el desierto del Sahara, pero también con el Parque Nacional de Ifrane, los oasis del valle del Dades o las Gargantas del Todra, que albergan una biodiversidad adaptada a las condiciones climáticas del entorno: cedros, palmeras datileras, aves rapaces, macacos de Berbería… Así que si te gusta la naturaleza, abre bien los ojos y disfruta de este circuito que, durante 8 días, te ofrece el lado más salvaje de Marruecos.
Los 8 días y 7 noches que dura este circuito por Marruecos se reparten de la siguiente manera, priorizando la calidad de las experiencias y la comodidad en los desplazamientos, siempre por carretera (salvo el paseo por las dunas de arena en el desierto):
Este circuito de 8 días comienza en Tánger: nuestro personal os estará esperando en el aeropuerto, en el puerto o en el hotel que nos indiquéis, para recogeros e iniciar la ruta por carretera.
El primer lugar a visitar no se hará esperar: Tetuán. Esta pequeña ciudad del norte fue en el siglo XX capital del Protectorado Español de Marruecos, y sigue manteniendo lazos con este país vecino. Su ensanche, sin ir más lejos, recuerda a algunos barrios de Andalucía. Pero la zona con mayor encanto es la medina histórica, con interesantes construcciones como el Palacio del Califa.
Tras visitar libremente Tetuán, proseguiremos la ruta con destino Chaouen. Este es un pueblo muy pintoresco porque su medina tiene color azul, gracias a que sus habitantes así pintan las paredes de sus casas desde hace mucho tiempo. Su ubicación entre montañas favorece la presencia de miradores, que proporcionan vistas panorámicas de la localidad. Su monumento más destacado es la kasbah del siglo XIV, que en la actualidad alberga un museo sobre las tradiciones y artesanías locales.
El riad en el que descansaréis la primera noche de tour se ubica en la medina de Chaouen, de modo que será fácil moverse y regresar a pie al alojamiento al caer la noche.
El segundo día de este circuito comienza en Chaouen y termina en Fez, pero entre medias propone descubrir dos lugares de máximo interés histórico y cultural: Volubilis y Meknes, situados muy cerca el uno del otro.
Por lo que respecta a Volubilis, se trata del yacimiento arqueológico más importante de Marruecos, pues es una antigua ciudad romana que se conserva muy bien. En la actualidad pueden admirarse restos tan imponentes como las columnas de un templo dedicado a Júpiter, los mosaicos de residencias de la alta sociedad o un arco del triunfo, de tiempos del emperador Caracalla (siglo III d.C).
Meknes, por su parte, es una ciudad que alcanzó su cénit en los siglos XVII y XVIII, cuando el sultán Moulay Ismail la declaró capital del reino. Eso hace que se encuadre en las llamadas ‘Ciudades Imperiales’ de Marruecos, junto con otras que veremos en este circuito. Aquí, de hecho, se encuentra su imponente mausoleo, así como otros edificios históricos de su periodo, como Bab Mansour, la puerta más monumental de la muralla que rodea la medina.
Tras visitar ambos lugares de interés, nos desplazaremos a Fez, donde se encuentra el riad en el que descansaréis esta noche. Si la llegada a esta ciudad no se demora, dispondréis de tiempo libre antes de ese momento.
Por su enorme interés, este circuito dedica una jornada completa a la visita de Fez. Una parte será guiada y la otra, libre, lo que os permitirá descubrir a fondo esta ciudad que también es ‘Imperial’ gracias a su capitalidad en tiempos de idrisíes y wattásidas.
Durante la visita guiada de la mañana descubriremos los atractivos que programe nuestro guía oficial. El abanico de posibilidades es muy grande: desde sus espectaculares medersas (Attarine, Bou Inania) a las mezquitas medievales (Karaouine, de los Andaluces, solo visitables para musulmanes), pasando por sus plazas con encanto (Nejjarine, de los Alauitas) y sus barrios llenos de vida (mellah, Chouwara).
Por la tarde, quedará tiempo libre que podréis emplear según vuestros gustos. Una propuesta es acceder a alguno de los interesantes museos que hay en el centro, entre ellos el Borj Nord y el de la Artesanía y la Madera. Otra opción es, precisamente, conocer la artesanía a pie de calle, recorriendo los puestos de los zocos de la medina.
Sea cual sea la opción elegida, por la noche descansaréis de nuevo en el riad, para reponer fuerzas de cara al día siguiente.
El cuarto día de circuito supone un cambio de aires radical: partiremos de Fez por carretera y atravesaremos las montañas del Medio Atlas para, muchos kilómetros después, adentrarnos en el desierto del Sahara más puro y salvaje. Y de camino, numerosos lugares de interés.
El primero de esos lugares es Ifrane, una localidad de montaña a unos 1.700 metros de altitud. Resulta muy llamativa por sus construcciones con tejados a dos aguas para protegerse mejor de las intensas lluvias y nevadas que caen aquí durante la temporada de frío.
Otra de las paradas de interés se encuentra en su entorno: el Parque Nacional de Ifrane, que pasa por ser la reserva natural con más cedros y macacos de Berbería de todo el país. Y lo mejor de todo es que estos sociables primates se pueden ver muy fácilmente, sin esfuerzo. Por ello, este parque es conocido popularmente como Bosque de Monos.
Poco después cruzaremos el Medio Atlas y acudiremos al encuentro del río Ziz: se trata de un curso de agua modesto que, no obstante, ha formado un enorme valle que lleva hasta Erfoud, donde su cauce se pierde. Un rápido vistazo a esta localidad nos hará entender su fama entre los coleccionistas de fósiles, pues aquí se venden piezas antiguas que se datan en la época de los dinosaurios, cuando el paisaje de esta zona era completamente distinto.
Hoy ese paisaje se distingue por la extrema aridez. Y el mejor ejemplo de ello lo tendremos poco después, en Merzouga. Aquí se extienden las dunas de Erg Chebbi, de unas 20.000 hectáreas. Para pasear por ellas nos subiremos a lomos de dromedarios y, guiados por un cuidador profesional, llegaremos hasta el campamento de jaimas de lujo que nos espera, en el corazón mismo de las dunas.
Un té bereber, una cena con comida tradicional del desierto, una hoguera para caldear el ambiente y una espectacular colección de estrellas en el cielo son los ingredientes de la tarde-noche a nuestra llegada, antes de dormir en las tiendas bereberes de máximo confort.
Si despedir el cuarto día de circuito fue especial, darle la bienvenida al quinto no será menos. Y para ello hay que levantarse muy temprano. De esa manera conseguiremos ver el amanecer, que tiene un color especial sobre las dunas de Erg Chebbi. Y para cuando el sol esté bien instalado en el cielo, desayunaremos en el campamento y regresaremos a Merzouga.
Por delante se nos abre un día de gran kilometraje y muchos lugares de interés. El primero de ellos es Rissani, que no sólo atrae a los viajeros por una medina pintoresca con monumentos históricos, sino también por el ambiente popular que reina en sus calles. Su mercadillo y su aparcamiento de burros son dos de sus rincones más genuinos.
Dejando Rissani atrás, la carretera nos lleva por el Valle del Dades, que también recibe el nombre de la Ruta de las Mil Kasbahs por los numerosos castillos bereberes que jalonan el recorrido, muchos de ellos en ruinas.
Una parada clave en este recorrido es la de las Gargantas del Todra: su pequeño río ha ido horadando la roca en esta zona hasta crear un estrecho desfiladero por donde se puede pasear en la actualidad. Algunos, incluso, se atreven a escalar por sus paredes, de casi 200 metros de altura en algunos puntos.
De vuelta al Valle del Dades, proseguiremos la ruta hasta Ouarzazate, donde está el hotel-riad en el que cenaremos y haremos noche.
Ouarzazate es una importante ciudad dentro de la industria cinematográfica mundial, pues cuenta con unos estudios donde se ruedan muchísimas películas ambientadas en el desierto. Sin embargo, nuestra atención se centrará en la kasbah de Taourirt, una de las fortalezas bereberes mejor conservadas del país. La imponente austeridad de su exterior contrasta con un interior refinado y del gusto de su poderoso propietario: Thami El Glaoui, Pachá de Marrakech hace un siglo.
De nuevo en la carretera, recorreremos 30 kilómetros hasta otro destino clave: Ait Ben Haddou. Se trata de un pueblo fortificado que conserva sus altas murallas y un caserío de adobe donde todavía viven algunas familias. Pasear por su interior y contemplarlo desde su exterior supone un viaje en el tiempo, en concreto a la época de las rutas caravaneras que atravesaban el Sahara y pasaban por aquí
Casi todas esas rutas caravaneras marchaban hasta Marrakech, y hacía allí nos dirigiremos también nosotros. Para ello, tendremos que cruzar el Alto Atlas por el puerto de Tizi n’Tichka (2.260 metros de altitud) y descender por los fértiles valles de la cara norte.
Ya en Marrakech, dispondréis de tiempo libre para tomar un primer contacto con la ciudad, antes de pasar la noche en el agradable riad del centro.
Al igual que Fez, este circuito de 8 días dedica íntegramente uno de ellos a esta ciudad, que también es considerada ‘Imperial’ por haber sido capital hace siglos con las dinastías almorávide, almohade y saadí. Y de la misma manera, un guía oficial nos hará recorrer los lugares más emblemáticos del centro.
Plazas como la de Jemaa el-Fna, mezquitas como la de la Koutoubia (sólo exterior), medersas como la de Ben Youssef o palacios como el Bahia son algunos de los atractivos que pueden formar parte del recorrido, a criterio de nuestro guía.
Y lo que no dé tiempo a visitar en la mañana, puede quedar para la tarde libre: los jardines Majorelle, el Museo de Marrakech o el Palacio el Badi son algunas posibilidades, así como el moderno y modernista barrio de Gueliz, con tiendas de lujo. En cambio, quienes deseen compras más tradicionales, pueden perderse por los zocos de la medina, a la búsqueda de artículos hechos a mano, con gran calidad.
Tras una jornada intensa de visitas, el riad ofrecerá el último y reparador descanso nocturno del circuito.
El octavo día de circuito es el de regreso a casa. Tras desayunar y hacer check-out, os recogeremos en el riad para hacer el traslado al Aeropuerto de Marrakech. Y ya en la terminal, antes de embarcar, terminaremos nuestros servicios y nos despediremos hasta, ojalá, la próxima ocasión.
Estos son los servicios que incluye el paquete de viaje, con nivel de calidad premium y pensados para desarrollar el programa con fluidez y comodidad:
Estos otros servicios no están incluidos en el paquete de viaje. Sobre ellos y sobre cualquier otro aspecto no indicado, nuestro personal puede ofreceros asesoramiento, antes y durante el viaje:
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