Cualquier época es buena para viajar a Marruecos. Si lo que te apasiona son los monumentos, los paisajes naturales o el relax de sus playas, esos atractivos van a estar siempre ahí para ti. Pero si tienes especial interés en conocer las tradiciones y festividades de Marruecos, también estás de enhorabuena: hay muchas celebraciones en todo el país, de muy diverso carácter, repartidas por todos los meses del año y por toda la geografía nacional.
Además, son festividades muy emocionantes, que el pueblo marroquí vive con mucha intensidad. Así que si quieres que tu viaje coincida con alguna de ellas, echa un vistazo a las más importantes, que te mostramos a continuación, con las fechas aproximadas de su celebración.
La religión está presente en todos los ámbitos de la sociedad marroquí. Por ello, muchas de las tradiciones y festividades del país están relacionadas con ella. Algunas tienen un carácter festivo, otras destilan una lógica espiritualidad para vivirlas con mayor recogimiento. Pero todas ellas están muy vigentes y destacan por su autenticidad. Estas son las principales.
Ya hacíamos referencia al Ramadán en la página sobre Religión, pero dado que afecta profundamente a la vida de los marroquíes durante su celebración, es importante tratarla más a fondo. Como decíamos, se trata de uno de los cinco pilares del Islam y consiste en el ayuno diurno, así como la abstinencia de mantener relaciones sexuales en ese tramo del día. El objetivo no es otro que la búsqueda de la purificación interior. Ocurre durante el noveno mes del calendario musulmán, que lleva precisamente este nombre.
¿En qué se manifiesta el Ramadán? Pues en realidad es una festividad que, durante el día, se vive de ‘puertas para adentro’ y de una manera personal. Son momentos de rezo, descanso y ahorro de esfuerzos, precisamente para no sentir la necesidad de ingerir bebidas y alimentos.
A cambio, las noches adquieren un sentido diferente y más social: cuando el sol se pone, los marroquíes salen de su letargo con alegría y realizan el iftar, es decir, una cena en familia o en comunidad donde recargan energías con platos copiosos y consistentes, como algunos de los que te contamos en esta página sobre Gastronomía.
Por tanto, cabe preguntarse si merece la pena viajar a Marruecos en pleno Ramadán. Y la respuesta depende de cada caso. Si consideras que esta tradición supone un atractivo principal en tu viaje, entonces no dudes en hacerlo. Pero si no tiene excesiva relevancia para ti, quizás sea mejor evitarlo, puesto que el ritmo de las ciudades desciende enormemente durante el día, y muchos establecimientos y monumentos cierran con mayor frecuencia. Además, es posible que en este periodo el ánimo y el carácter de algunos marroquíes no sea el más propicio para abrirse ante desconocidos.
El Ramadán tiene lugar en fechas distintas cada año, dado que el calendario musulman es lunar, a diferencia del occidental, que es solar. Es decir, sus meses tienen varios días menos y, por tanto, el Ramadán se ‘adelanta’ año tras año. En la próxima década, estas son las fechas exactas:
A renglón seguido del Ramadán, tienen lugar una importante festividad en Marruecos: el Eid Al-Fitr o ruptura del mes de ayuno, que se celebra el primer día del siguiente mes, el Chawwal. No sólo tiene la consideración de día festivo en el país, en el que la gran mayoría de los profesionales no trabajan, sino que además se celebra por todo lo alto en algunos lugares.
Por ejemplo, en Marrakech, tras la gran oración que tiene lugar este día, es habitual que haya conciertos y otras demostraciones folclóricas, a veces surgidas de manera espontánea. Estas fiestas suelen durar dos o tres días, aunque sólo el primero es no laborable y no suele afectar a los servicios turísticos.
En cualquier caso, el Eid Al-Fitr es principalmente una fiesta privada que se celebra en familia y entre amigos, y que tiene como protagonista a la comida, como contraposición al ayuno experimentado en las semanas anteriores.
Sobre las fechas de celebración del Eid Al-Fitr, también varían cada año, en función de cuándo termina exactamente el Ramadán, como puedes consultar más arriba.
Esta es otra de las festividades religiosas de Marruecos y, por tanto, compartida con otros países musulmanes. Y de nuevo, tiene un carácter privado y familiar. Como puede deducirse de su nombre, el acto central de la celebración es el sacrificio de un cordero, rememorando así el sacrificio de Abraham, episodio narrado en el Corán. Según el relato, Alá puso a prueba al profeta Abraham, quien no dudó en sacrificar a su hijo por voluntad divina, aunque un ángel lo evitó finalmente, de modo que Abraham acabó sacrificando un cordero que se encontraba en un arbusto cercano.
En esta celebración, el cabeza de familia o un carnicero experto llevan a cabo la matanza de un cordero al modo halal, es decir, mirando a La Meca y esperando a que se desangre. En este día, se cocina el hígado, pues la carne aún está demasiado dura para su ingesta. Además, es una fiesta con carácter solidario, pues es tradición que las familias más pudientes donen la carne del animal a los más necesitados.
La fecha de celebración de Aïd Al-Adha es 70 días después del Ramadán, por lo que también cambia cada año con respecto al calendario occidental.
En el calendario de días festivos en Marruecos a nivel nacional hay otras citas marcadas en el calendario y que tienen un sentido religioso. Las enumeramos a continuación, por si coincide durante tu viaje:
Además de estas festividades religiosas, de carácter nacional y comunes a otros países islámicos, hay que mencionar, por su relevancia, tres moussems de carácter local: los que se celebran en Meknes, Fez y El Jadida, en honor a Idriss I, Idriss II y Abdellah Amghar, respectivamente. Los repasamos en la siguiente sección.
Como hemos visto, las anteriores festividades de carácter religioso se celebran en el ámbito privado, en familia o en comunidad, sin una programación oficial y a expensas de lo que se quiera organizar en cada casa. Sin embargo, en Marruecos hay otro tipo de festividades más sociales, con celebraciones de mayor alcance. Son los moussems y aquí describimos los más importantes porque suponen además un interesante reclamo turístico.
Los moussems son festivales tradicionales que se celebran en honor a un personaje relevante para la comunidad, pero también para conmemorar algún acontecimiento de carácter agrícola o cultural-identitario. Todos son de interés cultural por su larga tradición, y en algunos casos están protegidos por ley. Esto los diferencia de otros festivales más modernos que, sin desmerecer su interés y originalidad, tienen un carácter más comercial.
En mitad del desierto, a unos 300 km al sur de Agadir, muy cerca del Sahara Occidental, se encuentra la ciudad de Tan-Tan (región de Guelmim-Río Noun), que cada año acapara la atención de numerosos visitantes marroquíes y extranjeros por la celebración de su moussem, catalogado como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco.
Su origen se remonta a tiempos inmemoriales y su razón de ser eran los encuentros que organizaban las distintas tribus del desierto para estrechar relaciones entre sí. Con esa intención tenían lugar numerosos actos, como el intercambio de productos artesanales, la venta de ganado o la concertación de matrimonios entre las familias principales.
Hoy, el festival de Tan-Tan se celebra durante el mes de agosto en un gran recinto con carpas donde se despliega una interesante feria de artesanía, tienen lugar conciertos y actuaciones variadas y, sobre todo, se representan demostraciones ecuestres con disparos de fusil incluidas.
El moussem o Festival de las Rosas tiene lugar en primavera, normalmente a principios de mayo, en el llamado Valle de las Rosas, que en realidad es un tramo del Valle del Dades, más al sur de las montañas del Atlas.
El epicentro de este moussem tiene lugar en Kelaa M’Gouna, una localidad ubicada en el corazón de este oasis que se presta a la producción de la rosa damascena. El origen de su cultivo se remonta a los años 30 del siglo XX, introducida por los franceses durante el periodo del Protectorado, con la intención de explotar sus usos industriales y cosméticos.
Su producción ha alcanzado tal relevancia que, según algunas fuentes, se recolectan 4.000 toneladas de esta flor. Eso da cuenta del espectacular colorido que adquiere este valle en primavera. Y por ello supone un marco incomparable para el festival anual que se celebra aquí, con conciertos, actuaciones teatrales, ferias de artesanía, degustaciones gastronómicas y hasta un desfile de carrozas.
Aunque Erfoud es mundialmente conocida por sus fósiles prehistóricos, también tiene otra seña de identidad, en este caso más dulce y sabrosa: los dátiles. De hecho, la palmera datilera es numerosa en Marruecos y la Unesco ha designado a este país (junto a otros) como protector de los ‘Conocimientos, saberes, tradiciones y prácticas asociados a la palmera datilera’. Así que Erfoud es la mejor embajadora de este fruto de especial interés.
En concreto, lo que puede encontrarse en octubre en este moussem, durante la recolección de los dátiles, son degustaciones de sus distintas variedades, conciertos musicales, feria gastronómica y de artesanía y otros eventos culturales que se programan cada año. Además, cabe decir que Erfoud es una ciudad que forma parte de muchos de nuestros circuitos que van al desierto de Merzouga o regresan de él, por lo que este festival puede formar parte de tu viaje fácilmente, si nos lo pides y coincide con las fechas.
El Moussem de las Cerezas, que tiene lugar en Sefrou (región de Fez-Meknes), guarda ciertos paralelismos con los anteriores: está declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco (como el de Tan-Tan) y tiene como protagonista a un alimento icónico de la zona (como los dátiles en Erfoud), que además fue introducido por los franceses durante la época del Protectorado (como las rosas en Kelaa M’Gouna).
Sefrou se encuentra en una de las regiones más húmedas del país, en las laderas del Medio Atlas, y eso favoreció la plantación de numerosos cerezos, que aquí dan sus frutos en junio. Con la localidad llena de cerezas, se organizan mercadillos, competiciones deportivas, degustaciones, actuaciones de teatro e incluso un certamen de la Reina de la Cereza para elegir a la joven más guapa: tras coronarse desfilará con un vestido decorado, cómo no, con este fruto.
La almendra es un fruto seco que está muy presente en la gastronomía marroquí. Y por sorprendente que parezca, muchos de ellos se recolectan en la región de Souss-Massa, en el sur, una de las más áridas del país. A pesar de ello, las gentes de Tafraout recogen los frutos en marzo y, animados por el éxito de los moussems arriba mencionados, comenzaron a organizar su propio festival en 2010, con un carácter parecido a ellos: degustaciones, mercados artesanales, eventos culturales…
De nuevo en la región de Souss-Massa y de nuevo un producto alimentario sorprendente: en Imouzzer se celebra, en fechas variables entre mayo y agosto, el moussem de la miel, señal de que las abejas son una especie abundante y apreciada en la zona. Los alrededores de Imouzzer ofrecen un extraordinario contraste con su árido entorno: en su relieve accidentado se forman pozas, cascadas, cuevas y refugios de vegetación donde encuentran cobijo árboles de argán, palmeras, olivos y, por supuesto, flores, muchas flores.
Por ello, en la localidad se ha promovido este festival con una programación donde no faltan la música, la artesanía y la gastronomía local, que explota abundantemente este dulce ingrediente. Y para los más curiosos, se organizan visitas guiadas a las colmenas locales, donde se puede conocer de primera mano el ‘milagro’ llevado a cabo por los apicultores de la región.
Este moussem recibe dos nombres muy distintos entre sí. El primero de ellos, el ‘oficial’ y más reciente: de las Montañas, pues tiene lugar en esta pequeña localidad del Atlas. El segundo, el más tradicional pero en desuso: el de los Novios.
El origen de este festival, que tiene lugar entre los meses de agosto y septiembre, era el de concertar matrimonios entre los miembros de las tribus bereberes nómadas del Atlas y del desierto. Por su modo de vida, a los hombres no les resultaba fácil entablar contactos duraderos con mujeres para, posteriormente, iniciar una relación de pareja. Así que se comenzó a organizar este festival en el que las mujeres podían ‘presentarse’ como candidatas a futuros maridos, exponiéndose con las mejores galas y con atributos que las identificaran como primerizas, divorciadas u otro estatus.
En estos tiempos en los que la mujer ha adquirido un estatus de mayor independencia y el moussem empezaba a ser muy frecuentado por turistas, las autoridades decidieron darle una vuelta de tuerca al moussem y convertidor en un festival cultural más amplio, con venta de productos artesanales, feria de ganado, peregrinación religiosa y puestos de comida bereber.
Este moussem puede considerarse una opción a medio camino entre los festivales modernos (surgidos con el boom del turismo para dinamizar la actividad de una ciudad) y los moussems tradicionales (que residen en el corazón y en la identidad del pueblo).
Esto es así porque su creación es relativamente reciente, en los años 70, y su objetivo precisamente era el de revitalizar la pequeña ciudad atlántica de Asilah, en el norte del país. Pero su éxito lo ha convertido en una seña de identidad de este destino, con total aceptación de su población, hasta el punto de sentirse muy orgullosa de él. Cierto es que hasta aquí vienen viajeros y artistas de todo el mundo, pero la fuerza que lo mueve cada año es el de los propios lugareños.
El moussem cultural de Asilah normalmente tiene lugar en julio y surgió como una gran exhibición de pinturas murales que decoraban las paredes de las calles de la medina. Era una forma de restaurar y devolver esplendor a la entonces decadente ciudad. Pero en la actualidad es un festival mucho más amplio, con exposiciones, conferencias, conciertos y otras muchas actividades culturales, a menudo con el marco incomparable del arte urbano que da color al centro. Por ello, se ha convertido en una de las citas favoritas de los viajeros más bohemios.
Este es uno de los moussems que más sentido religioso demuestra, puesto que tiene por objeto honrar al Moulay Idriss I el-Akbar o Zerhoun, cuyo mausoleo o morabito se encuentra precisamente en el pueblo que lleva su nombre, a unos 30 kilómetros de Meknes. La gran labor de este personaje, que era nieto de Mahoma y fundador de la dinastía idrisí, fue la islamización de lo que hoy es Marruecos a finales del siglo VIII, cuya población tenía aún una base mayoritariamente bereber.
Al igual que ocurre con cualquier otra manifestación religiosa, en los principales actos sólo pueden participar los fieles musulmanes. Pero cabe la posibilidad de acudir como espectador para ver los desfiles de confraternidades e impregnarse del ambiente en esta hermosa localidad de muros encalados y tejados cubiertos con características tejas verdes.
De nombre muy parecido al anterior, comparte con él un ambiente de devoción religiosa. Pero en este caso, en honor de su hijo póstumo, Moulay Idriss II, monarca que continuó la labor de su padre en el siglo IX. Además, resulta muy querido en Fez, ciudad que engrandeció y designó como capital en detrimento de Volubilis.
En este moussem tiene lugar la procesión en la que numerosas hermandades cantan, danzan y visten sus mejores galas para demostrar su devoción de camino a su mausoleo, que se encuentra en plena medina. Se celebra en septiembre y resulta la mejor ocasión para admirar las obras maestras de los bordadores de Fez, que además producen cada año tejidos en seda y oro para la tumba de este personaje, venerado como un santón.
Este moussem religioso tiene lugar cerca de la ciudad de El Jadida, en la costa atlántica, señal de que este tipo de festividades están muy difundidas por toda la geografía marroquí. En este caso, se trata de un homenaje a este asceta llegado desde Medina, y sus actos se distribuyen a lo largo de una semana.
Entre los momentos más solemnes están la lectura del Corán, el concurso de memorización de versículos de este libro sagrado y otros actos que tienen por objetivo exaltar la religiosidad y misticismo de Amghar. Además, el programa se completa con actuaciones folclóricas y exhibiciones ligadas a la tradición local, como la cetrería.
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