La religión es un elemento fundamental en la sociedad marroquí. Por ello, en la página dedicada a Costumbres y tradiciones, hacemos numerosas referencias a ella: influye en cada pequeño detalle de la vida cotidiana, más allá del carácter espiritual y subjetivo que impregna en cada marroquí. Aquí abordamos en profundidad el Islam en Marruecos y qué otras religiones tienen cierta presencia en el país, lo que te ayudará a hacerte una idea de la situación que te encontrarás al llegar al país y, además, comprender mejor la idiosincrasia de su sociedad.
El Reino de Marruecos es un estado que se proclama oficialmente musulmán, pues el Islam es la única religión que tiene ese rango en la Constitución. A diferencia de otros países, sobre todo los del ámbito occidental (que se declaran laicos o aconfesionales), Marruecos sí da un rango institucional a la religión.
En la mencionada Constitución, algunos artículos lo dejan bien claro. Por ejemplo, permite que los miembros del Parlamento puedan ser procesados si cuestionan la religión musulmana. Además, no deja abierta ninguna puerta a hipotéticos cambios, puesto que “la religión musulmana no podrá ser objeto de reforma constitucional”. Por tanto, la oficialidad del Islam es tan intocable e inamovible como la propia institución monárquica, que tampoco puede ser cuestionada.
A propósito de la monarquía, cabe recordar que el rey y la religión están estrechamente ligados en Marruecos. Esto es así porque la dinastía alauita, a cuyo linaje pertenecen los actuales reyes del país, desciende directamente de Mahoma: su fundador en 1631, Mulay Alí Sharif, tuvo como antepasado a algún jerife de Tafilalet y, por vía de éste, al cuarto califa Ali ibn Abi Tálib (yerno de Mahoma), esposo de Fátima (hija de Mahoma).
Es por ello que el rey ostenta el título de “Amir al-Muminin”, que significa “comandante de los fieles”, y por tanto es la máxima autoridad espiritual en Marruecos. En este sentido puede, por ejemplo, emprender reformas para reorganizar a los ulemas, es decir, los funcionarios religiosos que, tras educarse en una madraza, desempeñan cargos públicos religiosos, como imanes o jueces que interpretan la sharia (cuerpo normativo del derecho islámico) para impartir justicia en materia religiosa.
Las últimas reformas llevadas a cabo por Mohammed VI han ido encaminadas a eliminar de los estamentos religiosos las corrientes más integristas del Islam, así como poner bajo su control todos los lugares de culto del país, que se cuentan por varias decenas de miles.
Puede que ya hayas viajado a otros países árabes, o puede incluso que tu religión sea el Islam y, por tanto, ya conozcas las claves de esta religión. No obstante, aprovechamos para explicar brevemente sus aspectos más importantes para que puedas comprender el sentimiento espiritual de los marroquíes.
Todo mulsulmán debe creer, respetar y hacer respetar cinco aspectos básicos para esta religión, llamados los cinco pilares del Islam:
Hajj o peregrinación a La Meca. De esta manera, todos los creyentes podrán conocer en persona el lugar de nacimiento de Mahoma, la ciudad más sagrada para esta religión, ubicada en Arabia Saudí. Lo deben hacer una vez en la vida, salvo impedimento de fuerza mayor
Mahoma (Abū l-Qāsim Muḥammad ibn ‘Abd Allāh ibn ‘Abd al-Muṭṭalib ibn Hāšim al-Qurayšī para los árabes) es la figura central en el Islam: es el último y más importante profeta para esta religión, y así lo será siempre, pues no se espera la llegada de ninguno más. Este mensajero de Alá fue enviado a la Tierra para actualizar su mensaje, difundido anteriormente por otros profetas.
Además de Mahoma, en el Islam también tienen consideración de profetas los principales personajes sagrados de la Tanaj y el Evangelio. Es decir, Noé, Abraham, Moisés y Jesús, a los que considera mensajeros de Dios en La Tierra. De igual manera, otorga reconocimiento especial a otros grandes personajes, como Adán, Lot, Jacob, José, Salomón, Elías y Juan (el Bautista). La diferencia de Mahoma con respecto a ellos es que éste es el último, el “sello de todos”, puesto que tras él no habrá más profetas.
No obstante, cabe decir que una de las particularidades del Islam en Marruecos es la gran consideración que tienen los ‘morabitos’, es decir, personajes religiosos del pasado, pero posteriores a Mahoma. No son santos ni profetas, pero sí personalidades carismáticas a los que se atribuyen dones sobrenaturales o ‘baraka’: son predicadores, monjes guerreros o referentes espirituales por otros motivos. Sus tumbas son, de hecho, lugares de auténtica peregrinación. En este sentido, destacan Moulay Bousselham y Moulay Abdeselam, en sendos pueblos del mismo nombre, situados en el norte del país.
El libro sagrado para el Islam es el Corán, considerado el mensaje revelado a Mahoma, profeta de esta religión. Ese mensaje o palabra revelada de Dios se fue transmitiendo de manera oral durante la vida de Mahoma (570-632), pero tras su muerte, en tiempos de los primeros califas (Abu Bakr y Osman), se realizó una labor de recopilación que dio como resultado el libro sagrado actual. Se compone de 114 capítulos (azoras), cada uno dividido en aleyas.
Además del Corán, la otra fuente primaria sagrada para el Islam es la Sunna: un conjunto de enseñanzas y dichos atribuidos a Mahoma, que muestra su estilo de vida (ese es el significado literal de sunna) y, por tanto, resulta un ejemplo a seguir para todos los musulmanes.
Dentro del Islam hay diferentes corrientes, que varían unas de otras por algunos detalles teológicos o relacionados con la vida y sucesores de Mahoma. Esto es así porque el profeta no dio instrucciones sobre cómo debía ser su sucesión, de modo que a partir de su muerte, se desencadenaron conflictos y luchas de poder que han llegado hasta nuestros días. Las dos corrientes principales son:
En Marruecos, como decíamos, la corriente oficial del estado es la suní, a pesar de que, paradójicamente, Mulay Alí al-Sharif (fundador de la dinastía alauita, que reina en el país) aseguraba ser un descendiente del cuarto califa Alí. Sin embargo, existen muy pocos chiíes en el país y con muy poca visibilidad pública. Otra corriente presente pero muy minoritaria en Marruecos es el salafismo, considerado una variante radical del Islam suní surgida del siglo XIX.
Sí, en Marruecos está permitido profesar otras religiones. Así lo reconoce la Constitución, que dice que “se garantiza a todos el libre ejercicio de los cultos”. Sin embargo, eso no significa que el país tenga un carácter multicultural y multirreligioso: se estima que apenas el 1% de los marroquíes o los residentes en el país profesan otros credos. Además, algunas voces denuncian que ese libre ejercicio de culto no es realmente efectivo y que los marroquíes que quieren seguir su propio culto (ya sea de Islam chií o de otra religión), encuentran serías dificultades para ello.
De todas ellas, merecen especial atención dos: el judaísmo y el cristianismo, por sus relaciones (no siempre pacíficas) a lo largo de la Historia, y porque esa presencia, aunque escasa, puede quedar patente durante tu viaje a Marruecos.
En cualquier caso, el Islam tiene muchos puntos en común con el judaísmo y el cristianismo, puesto que se considera la culminación de las dos religiones anteriores: admite como mensaje de Dios los textos sagrados de ellas, como son el Tanaj judío y la Biblia cristiana, aunque con matices.
A diferencia de lo que ocurre con otros países árabes, la comunidad judía ha gozado de una relativa aceptación y tranquilidad en Marruecos. Y si eso lo aplicamos a la relación con el rey y su gobierno, la relación se puede calificar de buena y estrecha: durante siglos, las personas judías han desempeñado cargos muy importantes en la Corte, dada su buena preparación académica. Y así puede apreciarse todavía hoy: algunos puestos de responsabilidad en el aparato del Estado recaen en hebreos marroquíes.
Los primeros judíos llegaron al territorio del actual Marruecos en tiempos muy primitivos. Por ejemplo, hay evidencias de comunidades judías en el yacimiento de Volubilis, que fue una gran ciudad romana de la provincia Mauritania Tingitana, adonde llegaron quizás en alguna de las diásporas de aquel periodo.
Pero Marruecos fue también tierra de acogida para los judíos muchos siglos después, cuando en las medinas del país ya había mellahs o juderías. En especial, fue refugio seguro tras la expulsión acometida por los Reyes Católicos de España en 1492 y por el rey Manuel I de Portugal en 1496. Algunas de las principales ciudades que les acogieron fueron Fez o Azemmour.
La comunidad judía en Marruecos fue numerosa hasta bien entrado el siglo XX. Pero a partir de la creación del Estado de Israel en 1948, la mayor parte de sus miembros marchó a este nuevo país, en el movimiento migratorio masivo que se conoce como Aliyá. En la actualidad, se cree que apenas residen en el país varios miles de judíos, gran parte de ellos concetrados en Casablanca, la ciudad más poblada de Marruecos.
Desde un punto de vista turístico, la posibilidad de realizar un viaje centrado en el judaísmo es plenamente factible en la actualidad. Y muchos son los clientes de nuestra agencia que optan por ello, atraídos por los importantes vestigios judíos existentes en Marruecos. En concreto, hay varios aspectos fundamentales que permiten organizar un viaje de este tipo:
En Marruecos hay servicios kosher, como pueden ser establecimientos de alimentos y, en especial, restaurantes, de modo que un turista hebreo acabará encontrando en las grandes ciudades servicios adaptados a sus hábitos cotidianos
El cristianismo es la otra gran religión con una cierta presencia en Marruecos. Pero lo es en una proporción muy reducida y, a menudo, es el resultado de los vestigios que quedaron vivos después de los protectorados francés y español del siglo XX. En ese periodo, se construyeron iglesias de nueva planta, que daban servicio religioso a los ciudadanos procedentes de ambos países y que, residiendo en los nuevos barrios de las ciudades marroquíes, necesitaban espacios sagrados en los que asistir a los oficios religiosos, en especial la misa.
Así ocurre, por ejemplo, con la catedral de San Pedro en Rabat y la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias en Tetuán, ambas situadas en las antiguas capitales de los mencionados protectorados y de culto católico. A ello hay que sumar algún templo erigido y gestionado por la Iglesia Ortodoxa Rusa, ya en tiempos más recientes.
En cambio, no existen más vestigios históricos del cristianismo en territorio marroquí, a pesar de que algunos santos de la iglesia católica eran de origen bereber, como San Agustín. En cambio, a diferencia de otros países árabes más cercanos a Tierra Santa como Egipto o Jordania, no se puede hablar de lugares santos surgidos en los primeros tiempos de esta religión, es decir, durante el imperio romano y el posterior imperio bizantino, cuando este territorio aún no había sido conquistado por los primeros árabes (esto ocurrió a finales del siglo VII). Por tanto, tampoco existe ninguna ruta de peregrinaje cristiano.
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